Después del 15 de septiembre, el primer día escolar para los alumnos en Bulgaria, les llega el turno de los universitarios, ya que la mayoría de las escuelas superiores en Bulgaria abren puertas el 1 de octubre. En este lapso de dos semanas podemos echar un vistazo a la educación búlgara a través de la óptica de las personas ocupadas en la esfera: los profesores búlgaros. 

Independientemente del papel clave del profesor, una parte de la sociedad búlgara no entiende y no siente respeto hacia la labor de las personas que trabajan en el ámbito de la educación. A pesar de los salarios que fueron elevados en varias ocasiones, la escuela búlgara sigue experimentando escasez de profesores. Se buscan sobre todo profesores para la secundaria de matemáticas, física, lengua y literatura búlgara, asignaturas especializadas y para las clases de idiomas extranjeros.

“Estoy convencido de que todos los directores y profesores en las escuelas saben muy bien cuáles son los problemas en el sistema, pero chocan con la resistencia en la sociedad búlgara”, dice el Prof. Hristo Bondzholov, profesor de larga experiencia y ex rector de la Universidad de Veliko Tarnovo Santos hermanos Cirilo y Metodio. 

“Antes estábamos unidos, los profesores, los padres y los alumnos y había buenos resultados. Ahora los profesores deben luchar contra la resistencia, la sociedad comienza a instruir al profesor, cita ejemplos de Europa y de EEUU, sin haber estado allí. La sociedad se niega a aceptar que los caminos ya son allanados y que el sistema de educación ha sido inventado hace mucho tiempo. En un país balcánico vecino de Bulgaria cuando alguien conversa con el profesor dice: “Tiene todo mi respeto, profesor”, no importa si es un profesor en la escuela o en la universidad, siempre se le trata con enorme respecto.  Hace años era así también en Bulgaria. Cuando era rector de la universidad, el primer día escolar me dirigía a los estudiantes con palabras simples como: “buenos días”, “hola”, “por favor”. Se trata de palabras que se aprenden primero en casa, después en la escuela y después en la universidad, y si los alumnos y los estudiantes no han aprendido estas cosas tan simples, el sistema de educación búlgaro no puede desarrollarse bien. No tiene sentido educar a la persona no educada, el resultado es peor”.

De momento no hay indicadores objetivos que midan la calidad de la educación en un centro docente y en lo que se refiere a las universidades, es de importancia primordial que ofrezcan claras perspectivas respecto a la realización profesional de los estudiantes después de su graduación en una especialidad, dice el Prof. Hristo Bondzholov y plantea un grave problema para las escuelas superiores: 

“Como consecuencia de decisiones mal pensadas en Bulgaria hay más de 1000 puestos vacantes para profesores. Solamente en nuestra universidad se gradúan 1000 profesores, pero ¿a dónde van estas personas después? Si no se realizan como profesores ¿por qué siguen ingresando estudiantes en esta especialidad y su número siempre es el mismo? ¿Cuál es el sentido? Desde mi punto de vista es un error hacer hincapié en el hecho de que se ayudará a los jóvenes para no abandonar el país y al mismo tiempo poner trabas en el sistema de educación. En las universidades se va borrando la barrera entre un asistente, asistente senior, doctor y profesor. Incluso al asistente designado con un contrato temporal se le pagan las mismas cotizaciones como al profesor y la diferencia entre ellos es de al menos 20 años. Es mejor garantizar un mejor nivel de remuneración para el especialista que ha dado prueba de su profesionalidad en vez de apostar a personas que pronto pueden abandonar el sistema”, aconseja el Prof. Bondzholov. 

Versión al español de Hristina Táseva