Cerca de la ciudad de Peshtera (sur de Bulgaria) se encuentra la colina de Santa Petka. En la cima de la colina había una fortaleza cuyo nombre, Peristera, significa ‘paloma’ en griego.
Se supone que procede de una de las enormes rocas con forma de paloma que había en la ciudadela de la fortaleza, que probablemente haya sido venerada como piedra sagrada desde la época de los tracios.
La primera fortificación de la colina puede que tuviera lugar a finales del siglo III o principios del IV, tras el comienzo de las invasiones bárbaras contra las tierras romanas en los Balcanes. Durante el reinado del emperador Justiniano el Grande, a mediados del siglo VI, Peristera, como parte del tercer cinturón defensivo de Constantinopla a lo largo del borde del Collado de los Ródopes, fue completamente renovada. La fortaleza también protegía un importante camino desde las tierras bajas de la Alta Tracia hasta la región del Belomorie.
Lo singular de la fortaleza es la incorporación de las iglesias de una sola nave de Santa Petka y los Santos 40 Mártires, como parte integrada en dos de las torres de la ciudadela. Estas iglesias-torre proporcionaban un amparo espiritual a la fortaleza y allí los soldados purificaban sus almas antes de la batalla. Este santuario de Santa Petka fue venerado hasta finales del siglo XIX.
En Peristera se ha encontrado una importante colección de pithos - grandes vasijas de barro, o cerámica, utilizadas para almacenar agua, vino y provisiones de alimentos para los habitantes y los defensores de la fortaleza. La mayoría se conservan en los lugares donde fueron encontrados.
Durante las excavaciones, los científicos se toparon en una de estas vasijas un pequeño tesoro. Se presupone que el dinero hallado pertenecía a un oficial romano que intentó esconderlo en el último momento antes de la toma de la fortaleza por los eslavos y los avaros, a finales del siglo VI. Con las prisas, el saco con las monedas fue arrojado a un pithos con aceite de oliva y queda claro que el propietario no pudo recuperarlo. Tuvieron que pasar más de 14 siglos para que los arqueólogos se toparan con él.
Con su excelente restauración y adaptación al entorno social, la misteriosa y naturalmente bella Peristera no deja de atraer a turistas en todas las estaciones del año.
Autor y fotos: Ivo Ivanov
Versión en español: Alena Markova
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