La mártenitsa es uno de los símbolos de Bulgaria, considerada un presagio de la primavera y el alejamiento de la oscuridad. Cada año, el primero de marzo, incluso lejos de casa, los búlgaros atan a sus amigos y familiares los retorcidos hilos blancos y rojos con deseos de salud y prosperidad. Esta antigua tradición se ha transmitido de generación en generación durante siglos, aportando alegría y convirtiendo el día en un evento festivo. También existe la creencia de que si el primero de marzo es soleado y cálido, el verano será lluvioso, pero si truena, la cosecha será muy abundante.
Hay muchas leyendas sobre el surgimiento de la tradición de Bába Marta (la Abuela Marta) en las tierras búlgaras, pero nadie sabe exactamente dónde y cuándo se colgó la primera mártenitsa. Sin embargo, el folclore búlgaro, en todas partes del país, le concede gran importancia, convirtiendo la mártenitsa en un amuleto mágico que protege contra todos los grandes males. En el pasado, eran los desastres naturales y las bestias salvajes los que acechaban por todas partes. Hoy en día, la martenitsa se percibe "como una garantía de salud y de transición al nuevo comienzo que llega con la estación primaveral", señala la Dra. Iglika Mishkova, del Instituto de Etnología y Estudios Folclóricos adjunto de la Academia Búlgara de Ciencias.
"Desde tiempos de la sociedad tradicional, las martenitsas solían ser elaboradas por la mujer mayor de la familia, aquella que ha vivido más y posee una vasta experiencia. En aquel entonces, para hacer las martenitsas, se recogía la lana de las ovejas que quedaba atrapada en los arbustos del campo. Esta lana, no era esquilada por las ovejas, sino que caía y quedaba sola bajo las estrellas, reunía el poder mágico de todas las hierbas de los prados. Una parte de ella se teñía de rojo, y la otra de blanco."
En la tradición, la mujer mayor encargada de preparar la martenitsa debía vestirse con ropa limpia y cumplir con una prohibición: no tocar el fuego antes de comenzar a trabajar con la martenitsa. La trenza debía realizarse hacia la izquierda, con los ojos cerrados, de modo que los ojos de las serpientes, lobos y otros enemigos que pudieran amenazar a la persona que llevara la martenitsa también quedaran cerrados. Una vez trenzados todos los hilos, la martenitsa se dejaba pasar la noche en una rosa multiflora, ya que posee una energía mágica de purificación y protección. Solo entonces las martenitsas estaban listas para ser colgadas en todos los rincones de la casa, incluyendo a los animales domésticos.
Hoy en día, cumplir con todos estos requisitos es difícil y cada vez es más común comprar mártenitsas a comerciantes sin saber dónde y cómo se fabrican. Sin embargo, recientemente, la gente tiende a preferir las mártenitsas de lana natural, madera y otros materiales naturales, siguiendo diseños tradicionales. Cada artesano pone su estética y su alma en la elaboración. Es importante tener en cuenta que "la mártenitsa no se tira, sino que se cuelga en un árbol frutal, aunque también puede colocarse debajo de una piedra o donde haya aves domésticos", señala la doctora Iglika Mishkova, quien continúa:
“Si la mártenitsa se coloca debajo de una piedra, al día siguiente pueden ir a ver qué encontrarán debajo de esa piedra. Existe la creencia de que si hay muchas hormigas debajo de la piedra, habrá muchos corderos durante el año; si hay un gusano o un escarabajo, habrá más terneros o potros en la granja”, dice la investigadora de la tradición de la mártenitsa, y continúa mencionando algunas características específicas:
"En los montes Ródope, las mártenitsas autóctonas son más reconocibles porque añaden colores azules, verdes y rosas. Muy a menudo, en esta región las martenitsas se llaman baynitsi. Otras mártenitsas interesantes son las que se elaboran en la región de Sofía, donde se añade principalmente el color azul. En otras partes del país, dependiendo de cuál sea el principal sustento de la gente, se añaden los adornos apropiados. También hay algo que era típico de los años de la sociedad tradicional pero que falta en la martenitsa actual. Se trata del diente de ajo, que muy a menudo iba atado a la mártenitsa. El color azul, el abalorio azul tiene una función protectora extremadamente fuerte. Las martenitsas no se llevan todo el año, sino hasta que se ve la primera cigüeña, golondrina o árbol frutal en flor. Lo más frecuente es llevarlas hasta la Anunciación, el 25 de marzo", recuerda la etnóloga Dra. Iglika Mishkova.
Versión al español de Borislav Todorov
Fotos: Instituto de Etnografía y Estudios Folclóricos аdjunto a la Academia Búlgara de Ciencias
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