Hoy, 6 de septiembre, cuando celebramos el día de la Unificación de Bulgaria, se cumplen 138 años de la unificación de aquellas partes del territorio búlgaro que fueron desintegradas del territorio búlgaro tras la Liberación, en el año 1898. Con motivo de esta fecha tan señalada hablaremos con la profesora e investigadora universitaria Vera Boneva de Gavril Krástevich, gran personalidad del Renacimiento búlgaro, principal activista de las luchas eclesiásticas en el país y fundador de la Exarcado búlgaro en el crucial año 1885. La casualidad, según decía Georg Hegel, es siempre la manifestación de una necesidad y tal vez por esto la historia le deparó a Gavril Krástevich el papel de estar al frente de la región autonómica de Rumelia Oriental, para tener la oportunidad de dar su importante aportación a los sucesos del 6 de septiembre, de manera que la Unificación del Principado de Bulgaria se realizase de forma pacífica y exitosa.
“Le eligieron para el cargo de gerente principal en mayo de 1884, cuando finalizó el mandato del gerente anterior, Alexander Bogoridi, o Aleko Bogoridi, como es más conocido entre los búlgaros. Bogoridi no consiguió ganarse del todo la confianza de los soberanos - el Imperio Otomano, y tampoco de las Grandes Potencias - sobre todo Rusia - las cuales mantenían en aquel entonces el frágil equilibrio en la región autonóma. A Rusia le preocupaban los ánimos pro-unificacionistas y las actuaciones oficiales de una buena parte de los políticos en el Principado, y en Rumelia. Por esa razón, buscó introducir un cambio mediante la figura de Gavril Krástevich que había demostrado ya su habilidad de trabajar eficientemente en situaciones complicadas, tenía una gran experiencia administrativa y también una gran discreción. Así pues, con la autorización del sultán, con el apoyo de la administración y la diplomacia rusa, y los diplomáticos occidentales que representaban las Grandes Potencias como garantes del cumplimiento del Tratado de Berlín, Gavril Krástevich fue nombrado gerente principal.”
A diferencia de Aleko Bogoridi, de quien fue secretario general, Krástevich sí hablaba búlgaro. Mantenía contacto con los principales representantes de las fuerzas políticas, desde que era aún director de los asuntos interiores y, más tarde, también cuando ascendió a gerente. Krástevich no interfería en el movimiento que trabajaba a favor de la Unificación. Ya que fue elegido para ocupar ese puesto por el sultán, era comprensible que no pudiera ayudar a los comités unificadores. A causa de su postura moderada fue duramente criticado por los partidarios de la Unificación. El líder del movimiento unificador, Zahari Stoyanov, abusando del argumentum ad hominem, se refiere a Krástevich con el apodo despectivo "pashá temblón".
“Cuando ya estaba claro que la Unificación se llevaría a cabo, Krástevich organizó una reunión de los gerentes en su residencia”, continúa su relato Vera Boneva. “Konstantín Velíchkov propuso que la propia administración fuera la que proclamara la Unificación. Krástevich se opuso a esta idea y rechazó la ayuda militar que le fue ofrecida inicialmente por el representante militar ruso. Fue preparado un telegrama - indispensable en este caso, teniendo en cuenta las revueltas que ya habían comenzado desde el 2 de septiembre - que iba dirigido al gobierno turco, con la petición de que éste enviara tropas a Rumelia Oriental. Una actuación así era obligatoria, y era responsabilidad del gerente principal. Una vez listo el telegrama, Krástevich se lo entregó formalmente a su sirviente para que éste lo llevase al servicio de correos. Pero, más tarde, al retirarse todos los ministros, él volvió a llamar al sirviente, guardó el telegrama y éste nunca fue enviado. Así fue como, gracias a su doble jugada, Gavril Krástevich evitó la entrada de tropas turcas en el territorio de su región autónoma.”
En el lejano 1885, el día 6 de septiembre caía en viernes, y el 8 iba a celebrar su boda uno de los gerentes-ministros del gobierno de Rumelia Oriental, Mijaíl Madzhárov. Para proteger a todos de la conmoción que sabía que se acercaba, Krástevich dijo a todos los presentes en la reunión de los gerentes, que fuesen a la fiesta: “¡Id todos a la boda! Yo me quedo aquí, me apañaré”. Así es como consiguió alejar de Plovdiv a buena parte de los activistas de la oposición y de las personas que todavía oscilaban y que proponían que el gobierno adoptase un comportamiento mucho más conservador y proturco. El mismo día de la Unificación, Krástevich fue detenido. Al día siguiente, fue expuesto a una cabalgata humillante en carroza, por las calles de la capital de Rumelia, con Nedyalka Shileva (otra importante personalidad de la Unificación de Bulgaria) posando a su lado que estaba obligada a sujetar una espada desenfundada, ante las burlas de los ciudadanos. Esto le causó una profunda amargura a Krástevich.
“Lo único que le dejó un mal regusto fue la forma en que fue expulsado de la ciudad de Plovdiv”, nos cuenta Vera Boneva. “Conocemos su célebre frase ‘Yo también soy búlgaro. No me importa que se efectúe esta unificación’. De hecho, la sociedad búlgara lo admiraba. Cuando el telegrama que anunciaba su muerte llegó a la Asamblea Nacional, el 16 de noviembre de 1898, todos los diputados se pusieron en pie y guardaron un minuto de silencio. Entre los muchos obituarios que se podían ver, uno estaba firmado por el Patriarca de la literatura búlgara, Iván Vazov, quien pronunció la famosa frase sobre Gavril Krástevich: “El verdadero mérito es digno y es modesto”. Con esas palabras el escritor terminaba su discurso conmemorativo sobre el gran búlgaro recién fallecido.”
Al final de nuestra conversación, Boneva subraya que Gavril Krástevich nació en la ciudad de Kótel, igual que el gran revolucionario búlgaro Gueorgui Sava Rakovski. Ambos estudiaron bajo la tutela del prominente maestro renacentista búlgaro Rayno Popovich, pero después los caminos de su vida los separaron. Rakovski se convirtió en líder de los revolucionarios, en el Movimiento por la Liberación Nacional de Bulgaria, y Krástevich, como evolucionista, llegó a ocupar los cargos jurídicos más altos del Imperio Otomano, tratando constantemente de promover el interés nacional de los búlgaros, en cada ocasión que se le ofrecía dentro del sistema imperial e internacional.
“La historia no es imparcial o de mera narrativa verídica. La historia se ve influida por las personas que forman parte de ella. Cabe decir que Krástevich, por ser el más moderado, el más contenido, modesto y retraído, no tenía la oportunidad de recibir el reconocimiento histórico que recibió su compañero Gueorgui Rakovski. La historia funciona así y nosotros no debemos resentirnos por ello. ”
Versión en español: Alena Markova
Fotos: archivo, archivo personal
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