La mayoría de las pequeñas poblaciones en Bulgaria no pueden presumir de un gran número de habitantes y edificios bien mantenidos, posesión de dueños solventes. Esto, sin embargo, no es válido para la aldea de Rogáchevo, en el municipio de Balchik (en el noreste de Bulgaria), que por su proximidad a la ciudad y por la bella vista que ofrece hacia el mar se ha convertido en un lugar atractivo para forasteros de cerca y de lejos.
En los últimos años han adquirido inmuebles en Rogáchevo tanto habitantes de las grandes ciudades búlgaras como del extranjero. Durante el verano visitan la aldea, asimismo, turistas rumanos, británicos, irlandeses y rusos. Los habitantes de la aldea tienen una buena actitud hacia todas las personas que vienen y las acogen rápidamente en su comunidad.
"Suman unos 150 los vecinos que residen permanentemente en la aldea, pero durante los meses de verano su número se multiplica varias veces. En Rogáchevo hay habitantes de más de veinte nacionalidades", señala Dilyana Dimitrova a la emisora regional de Radio Nacional de Bulgaria en Varna.
Dilyana es una mujer joven de Varna que hasta no hace mucho trabajaba en la capital, Sofía, pero en 2020 se trasladó con su familia a la aldea próxima al mar. La han atraído el aire limpio y la tranquilidad, que son muy favorables para criar a sus hijos.
“Cuando nos vimos obligados a trabajar en casa decidimos que es mejor hacerlo desde la costa y en medio de la naturaleza −cuenta Dilyana− . Además, en Sofía existen problemas con las guarderías infantiles, mientras que aquí pudimos matricular a nuestro hijo sin problemas. Desde luego, vivir en la aldea tiene sus puntos débiles: la carretera que conduce a la ciudad debe ser renovada y el transporte no es regular. Alrededor de la aldea hay complejos turísticos, mientras que en la aldea hay casas para huéspedes. Por las calles se pueden ver muchos británicos que pasan todo el año aquí”.
Igual que Dilyana, la mayoría de los nuevos habitantes de Rogáchevo han venido aquí para garantizar una infancia inolvidable a sus hijos. Por esto en las calles hay muchos menores jugando.
“La pandemia ha abierto los ojos de la gente al hecho de que en las pequeñas poblaciones se vive de modo más tranquilo, más cómodo y más limpio −comenta Dilyana− . Muchas personas desean adquirir un inmueble aquí. En la costa sur ya no hay casas vacantes, por eso se han orientado al litoral norte”.
Pavilna Bonard, una de las nuevas habitantes de la aldea, también habla del elevado interés de búlgaros y extranjeros hacia el mar Negro. Pavlina vivió 20 años en Suiza. Cuando su esposo se jubiló, se trasladaron a Rogáchevo sin pensarlo dos veces.
“Aquí todo es diferente, gozamos de plena libertad −manifiesta Pavlina− . Aquí se pueden hacer muchas cosas y el mar y el bosque están cerca. Mi esposo y yo no abandonamos la aldea: en invierno nos sentamos frente a la chimenea y tomamos vino, en verano nos ocupamos del huerto y todos los días vamos a la playa. A diferencia de en el extranjero, donde llueve constantemente, aquí recogemos las frutas de lo que hemos plantado. Nuestros vecinos son una gran familia de Irlanda, pero hay también rusos, británicos y franceses”.
Svetoslava Gáneva trasladó su centro de jardinería a la aldea para aconsejar a sus nuevos habitantes sobre cuáles son las flores y los árboles idóneos para cultivar en la zona.
“Polacos, serbios, italianos y franceses han comprado casas aquí y tratan de cultivar en sus patios aceitunas, plátanos y otras especies exóticas. El clima ha cambiado y ofrecemos muchos árboles resistentes a las condiciones en invierno”, dice Svetoslava.
Adaptado por Guergana Máncheva en base a una entrevista de Nina Milosevic, de la emisora regional de Radio Nacional de Bulgaria en Varna
Versión en español de Hristina Táseva
Fotos: BNR- Varna
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