Miles de británicos han elegido Bulgaria como su segunda patria. Llegan a este país atraídos por el clima agradable, los bajos precios y, por último, aunque no menos importante,por la naturaleza y nada, ni la pandemia ni el Brexit son capaces de hacerlos renunciar a su nueva vida en Europa del Este. Keith Halstead no es una excepción.
Hace ya nueve años que este oficial retirado del Ejército británico lleva disfrutando de una vida sosegada en Bulgaria. Primero se estableció en Plovdiv (segunda mayor ciudad del país, después de la capital, Sofía), donde trabajó como profesor de inglés, pero luego se mudó a la montaña de Ródope, en el sur de Bulgaria.
„Mi pensión es pequeña, pero aquí me basta. Con estos ingresos puedo vivir tranquilamente sin privarme de nada”, comenta Keith a Radio Bulgaria. Un día, mientras navegaba en la Red, dio con una foto que le cambiaría la vida. Se trataba de la foto de una vieja casa de piedra en el pueblo de Smilán que estaba en venta.
„Decidí venir a verla y quedé enamorado de la casa. Regresé a la aldea y me alojé en un hotel porque quería conocer la zona y cerciorarme de que me gustara, y realmente me fascinó. Era junio, hacía un tiempo maravilloso y el monte pintoresco se recortaba en el horizonte. Total, que decidí comprar la casa. Vivo aquí desde 2016 y siento la mayor felicidad que jamás he sentido”, dice el colono británico.
Fue recibido calurosamente por los vecinos desde el primer día y hasta le ayudaron en arreglar la vieja casa. Y ¿a qué podría dedicarse en el Ródope un jubilado británico que ama la naturaleza y desea compartir la alegría de la vida con los demás? Desde luego, al turismo.
„Mi casa es grande y tengo habitaciones para alquilar. Recibo a huéspedes en verano y me dedico a hacer entretenida su estancia. El año pasado a causa de la pandemia vino muy poca gente, pero en años anteriores he recibido a turistas de unas quince nacionalidades distintas. A decir verdad, no me dedico a esto por los ingresos que genera, sino porque me gusta tratar con personas del mundo entero. Todos vienen aquí atraídos por la naturaleza".
La casa de Keith da hospedaje, sobre todo, a extranjeros con residencia permanente en Bulgaria, personas como él, que aman el monte Ródope y quieren conocer su belleza.
Para la nueva temporada el británico tiene preparadas diferentes atracciones, como por ejemplo rutas botánicas en la montaña.
Resulta que la vida en la pequeña aldea rodopiana tiene un ritmo muy agitado. Un empresario local ha comprado la estación de tratamiento de aguas residuales abandonada para convertirla en Centro de Arte tras la reconstrucción iniciada. La iniciativa cuenta con un grupo de entusiastas que integra también a residentes extranjeros de la zona. Siendo un voluntario, Keith ha respaldado la iniciativa con diseñar la página de Facebook y hacer un vídeo dedicado al proyecto. Aspira a popularizar el pueblo de Smilán como un lugar de descanso y cultura.
„Pero no todo es color de rosa aquí”, dice el británico. Igual que otros compatriotas suyos, Keith también se queja de la burocracia y los obstáculos existentes en el sistema de salud pública, la expedición de un permiso de residencia permanente y el inicio de un negocio personal. El ámbito de los servicios tampoco llega al nivel requerido. A menudo la gente se ve obligada a hacer cola inútilmente y a los dependientes se les ve malhumorados. Sin embargo, la gente del campo es más afable. „Por eso me gusta vivir aquí, en Smilán, donde me siento parte de la comunidad”, concluye Keith Halstead.
Fotos: Keith Halstead
Versión en español de Rumen Grigorov
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