Protestas, enfrentamientos, descontento cívico, sesiones informativas y mensajes extraordinarios, llamados a dimisiones, acusaciones y explicaciones políticas han confluido para formar la agenda de los búlgaros desde hace ya varios días. Las protestas han logrado incluso a suplantar de su puesto primordial en los noticieros la información sobre la Covid–19, con la que la población de Bulgaria llevaba ya meses amaneciendo y acostándose, preocupada por su salud y vida. Todo parece indicar que el clamor de la protesta seguirá “resonando” durante un buen rato tanto en los noticieros como en las mentes y en las actuaciones de los políticos búlgaros.
“Las protestas continuarán porque se ha acumulado una recia energía social −ha comentado a Radio Nacional de Bulgaria el politólogo Pétar Cholakov−. Para que se produzca al menos una desescalada parcial de la tensión social, deberán producirse dimisiones que, sin embargo, no deberían limitarse a las renuncias de jefes de la Policía, del Servicio Nacional de Seguridad, etc., sino que han de llegar a las altas esferas del poder. Por ejemplo, la dimisión del fiscal general Iván Gueshev. Según la mayoría de los ciudadanos en protesta, él no actúa en conformidad con sus obligaciones, no es imparcial, por el contrario, actúa con motivación política”.
El Prof. Evgueni Daynov, de la Nueva Universidad Búlgara, estima que “la rebelión es políticamente competente y la salida de esta situación se llama “elecciones“.
“Todo el poder se va desmoronando cual castillo de naipes. Y se va desplomando ya que carece del respaldo de la ciudadanía. Los búlgaros son pacientes, pero políticamente bien instruidos, son un pueblo que va sufriendo más y más hasta llegar el momento en que se harta y estalla. Es algo que notamos cada tres, cuatro o cinco años. Ahora está hasta la coronilla e incluso más. No obstante, la oposición que el pueblo búlgaro está planteando es política, porque no se trata de una revuelta en que se rompen escaparates de comercios, se derriban estatuas o se incendian coches. El pueblo está alfabetizado en lo político y son las elecciones la salida que ve a la actual situación”.
“La demanda de dimisión del Ejecutivo se enfrenta a una amalgama de intereses dispares, no sólo políticos sino también de agentes de la Empresa”, afirma Stoycho Stoychev, politólogo y docente de la Universidad de Sofía. A su juicio, en este momento se está gestando la sensación de crisis, sin que realmente haya crisis.
”El problema relacionado con la corrupción, con la transparencia de la gestión del Gobierno viene de lejos. Llevamos hablando de eso desde hace 30 años, estamos luchando contra la mafia desde hace 30 años y nada impone ahora, en este momento justo, la necesidad de zanjar este mismo problema. Además, no existe una alternativa formulada con nitidez. Entiendo que debería existir un sujeto claro que dijera que, de celebrarse elecciones anticipadas, triunfaría en ellas y haría esto y aquello. Sin embargo, existe tal cosa. El problema es conceptual y concierne al papel de la protesta en una democracia. Al acostumbrarnos a deponer a gobiernos con la presión de las protestas en la calle, acabaremos sintiéndonos aligerados en nuestra calidad de ciudadanos porque eso nos produce la falsa sensación de que las cosas son reparables, o dicho familiarmente, a cualquier “asno” que elijamos para ponerlo a gobernar lo podremos destituir luego con una protesta. Nombrar a gobiernos y gabinetes por medio de la presión de la calle no es la manifestación de una democracia, es otro tipo de gobierno”.
Recopilado por Krasimir Martinov
Versión en español por Mijail Mijailov
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