A pesar de que relacionamos la psicología con el alma herida, con el miedo obsesivo y la ansiedad, entre los científicos que se ocupan de ella hay buscadores de felicidad. Ellos, igual que nosotros, ponen en la balanza el antes y el después de este valioso hallazgo.
A juicio de Kostadín Kushlev, que estudia la felicidad en la Universidad de Georgetown, en Washington, como profesor asistente, las personas felices tienen buenas relaciones, hacen bien al prójimo y dedican tiempo a sí mismas. “La felicidad no radica tanto en el modo de pensar, sino en la manera en que uno se comporta”, afirma el psicólogo. ¿Qué sucede, sin embargo, con la felicidad en tiempos de pandemia, cuando el componente más importante: la vida social, se he reducido al mínimo?
Esta situación nos permite encontrar nuevas maneras mediante las cuales podemos llevar una vida más pletórica y por consiguiente sentirnos más felices −comenta el experto− . Una de estas maneras es ayudar a los demás. Por ejemplo, si nuestros vecinos son personas mayores podemos comprarles algo de la tienda. Podemos, asimismo, donar dinero para ayudar a personas que perdieron el trabajo y no pueden hacer frente a esta difícil situación.
Kostadín Kushlev pasó una feliz infancia en la bella ciudad de Madán, еn el sur de Bulgaria, y su curiosidad lo llevó al otro lado del Océano “para ver cosas nuevas y otros modos de pensar”. Se graduó en Psicología y obtuvo el título de doctor en una universidad canadiense y ya lleva 16 años en los EE.UU., donde imparte clases, se dedica a la ciencia y atrae la atención de los medios de comunicación mundiales con sus logros. En estos momentos analiza el impacto de la pandemia en nuestra felicidad. Por lo demás, se ocupa del impacto de las tecnologías en el comportamiento social de las personas.
Utilizar las tecnologías produce mal efecto en la felicidad −afirma el científico− . Sobre todo si reemplazan las relaciones sociales no virtuales y nos impiden reunirnos con amigos, porque, por ejemplo, hemos pasado 3 o 4 horas en Facebook. En estos momentos, sin embargo, cuando no tenemos la posibilidad de ver a mucha gente es importante señalar que las tecnologías surten efecto positivo en la felicidad.
Para sentirnos más felices, a menudo nos entregamos a placeres que nos llenan de dudas sobre si no estamos despojándonos de la calidad y el sentido de nuestra vida.
Muchas personas creen que el sentido de la vida y el hedonismo son cosas que no pueden mezclarse −dice Kostadín Kushev− . Es decir, si tenemos una vida llena de sentido tenemos menos placeres. En realidad, cuando tenemos un rumbo en la vida, nos sentimos más felices.
Reflexionando cómo cambiará nuestro mundo personal después de la pandemia, estamos perdiendo cada vez más nuestra resistencia y nos sumimos en la depresión. ¿Conseguiremos superar el confinamiento social que nos hace mirar con hostilidad a cualquiera que se haya atrevido a entrar en el perímetro de nuestra seguridad ilusoria?
Si nos sentimos agobiados, podemos cerrar los ojos y respirar profundamente durante un minuto para sosegar el sistema nervioso −aconseja el psicólogo− . La otra cosa que podemos hacer es escribir en un diario las cosas que nos traen felicidad y por las cuales nos sentimos agradecidos. En este momento es normal concentrarnos en los problemas, pero también es bueno dedicar unos minutos durante la semana para pensar que a pesar de las cosas malas, tenemos familia y amigos que nos apoyan, que no hemos perdido el trabajo, etc. Cada uno de nosotros puede encontrar cosas por las que estar agradecido,y esto lo ayudará a ver el cuadro completo, en lugar de fijarse solo en los problemas.
Versión al español de Hristina Táseva
Fotos proporcionadas por Kostadín Kushlev
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