Amén de estos nombres, que los búlgaros pronunciamos en voz alta, existen también una multitud de próceres “silenciosos”. Tales son, a propósito, las personas que se desvelan por que un número cada vez mayor de lecturas sensatas y valiosas lleguen a los lectores. Tales son, al mismo tiempo, los propios libros que permanecen silenciosos en los estantes, pero quien se acostumbre a leerlos ya no podrá prescindir de ellos.
Se refiere a una parte de estos libros la exposición “El destino de los libros”, montada en la Biblioteca Municipal de Sofía en vísperas del 1 de noviembre y con motivo del 90 aniversario de esta biblioteca. Se trata de libros de gran valía que se han conservado a pesar de las vicisitudes del tiempo y las probabilidades para su desaparición. Ana Anastasova, directora del Departamento de “Estudios Regionales y Patrimonio Literario” de la Biblioteca Municipal, evoca a continuación algunos de esos destinos.
Los gerentes de la biblioteca tras su creación en 1928 se esforzaban en gran medida por que el fondo de libros se formara de modo que éstos llegaran al número máximo de personas de la capital búlgara. Es decir, procuraban satisfacer los intereses de todos los grupos sociales, de todas las edades y de gente que dominaba idiomas extranjeros. Lo característico para aquel período inicial fue el hecho de que la formación del fondo de sus libros no se dejó influenciar por ninguna clase de parcialidades políticas, señala Ana Anastasova. Por ejemplo en 1941, el Ayuntamiento de Sofía llegó a asignar recursos complementarios para la adquisición de los libros que formaban el fondo de libros de la Librería Rusa en Sofía. En junio de aquel mismo año comenzó la guerra entre Alemania y la Unión Soviética, una contienda en la que Bulgaria se negó a participar e incluso no rompió sus relaciones diplomáticas con Moscú. Por las relaciones cercanas de Bulgaria con la Alemania nazi la citada librería fue cerrada pero sus libros se quedaron en la Biblioteca Municipal. En 1942 ésta se compró también los libros que estaban expuestos en una importante exposición dedicada a la cultura germana en Bulgaria.
Resultan interesantes las donaciones de libros del archivo de la Dirección de la Policía Nacional, hechas en los años posteriores a 1944. Forman parte de este grupo libros que habían sido decomisados en registros de domicilios de individuos sospechosos de desarrollar actividades contra el Estado. En las portadas de esos libros se encuentra anotado el número del expediente policial incoado contra el respectivo individuo detenido al que se le habían confiscado esos libros. Hay un hecho curioso y es que uno de esos libros había sido proscrito durante todos los regímenes políticos en Bulgaria, tanto en la época del Reino de Bulgaria como en la del gobierno pro soviético después del año 1944. El libro lleva por título “Historia política de los búlgaros contemporáneos”.
Su autor es Kosta Todorov, revolucionario y político de destino tempestuoso y abuelo de la conocida cantante de jazz búlgara Kamelia Todorova.
Las primeras listas para la destrucción de libros son del período que va de 1944 a 1948, dice Ana Anastasova. Aquellas listas fueron enviadas periódicamente a la biblioteca y en ellas se definían con precisión los temas en base a los cuales se debería revisar el fondo y eliminar de éste los libros “perniciosos”. Fue un acto honroso para nuestros colegas de antaño el que tras evaluar ellos que tal destrucción no sería correcta ni justa, escondieran algunos de aquellos libros “subversivos”. Los ocultaron en depósitos, sus etiquetas fueron suprimidas y sus nombres quedaron borrados de los catálogos. Así los lectores no podían buscar esos títulos que, a pesar de todo, se conservaron para otros tiempos.
La práctica de ocultar libros existió también en una época más reciente, en los años 60 y 80 el siglo XX. Entre esos libros hay obras del disidente búlgaro Gueorgui Markov quien acabó víctima de un asesinato en Londres en 1978, aún no esclarecido hasta el final. Eran escondidos además libros emblemáticos, por ejemplo, la novela “Rostro”, de Blaga Dimitrova, quien posteriormente se convertiría en vicepresidenta de Bulgaria, elegida en las primeras elecciones democráticas en el país en 1992, como también la novela “Un día de la vida de Iván Denisovich”, del famoso escritor disidente ruso, Aleksandr Solzhenitsyn.
Durante el gran bombardeo que Sofía sufrió en el año 1944 ardió en llamas, junto con 40 mil volúmenes de libros, el edificio en que en aquel entonces se alojaba la Biblioteca Municipal. No obstante, tras una inspección minuciosa y detenida del demolido edificio, se rescataron ejemplares conservados de libros valiosos que se guardan hasta hoy en día. Entre los libros únicos, guardados en la Biblioteca Municipal cabe mencionar las ediciones príncipe de la novela “Bajo el yugo”, de Iván Vazov, primera obra maestra de la novela nacional. La obra fue impresa en Bulgaria en 1894, tras haber sido hecha pública un poco antes, a finales de 1893, en idioma inglés, en Londres.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: Biblioteca Municipal
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