Este año celebramos los 125 años del nacimiento de la famosa poetisa búlgara Elisaveta Bagryana, nacida el 29.04.1893. Con este motivo en la Biblioteca capitalina se ha inaugurado la exposición “Yo, Bagryana”, que forma parte de la campaña “En la escuela en la Biblioteca Capitalina”, cuyo objetivo es atraer el interés de los jóvenes hacia la literatura.
Nacida en 1893, Bagryana empezó su vida en un período muy “patriarcal” para Bulgaria y sus mujeres. En la obra de la poetisa se manifiestan las aspiraciones de las nuevas generaciones de búlgaras por la igualdad, la libertad de expresión, una vida plena y un lugar digno en la sociedad. Todo ello ya aparece en su popular primer libro de poesía, “Eterna y sagrada” (1927), que toma el título de dos de sus poemas, “Eterna” y “Sagrada”. Son imágenes simbólicas de la mujer: persona, madre, amada, entusiasta o sufridora.
¿Qué persona y qué mujer fue la propia Elisaveta Bagryana? Hablamos de una de las figuras más prominentes de la literatura búlgara, la mayor poetisa búlgara, explica su compañero de profesión Nayden Valchev, de la Unión de Escritores Búlgaros, viejo amigo y colega de Bagryana en la revista “Septemvri”. Valchev empieza con recuerdos de la época de la Segunda Guerra Mundial. Se fue al pueblo debido a los bombardeos sobre las principales ciudades de Bulgaria, donde leía a los grandes poetas búlgaros y contemplaba sus fotos de recortes de periódico. Una de ellas era Elisaveta Bagryana.
De forma insospechada, unos años después trabajé como colaborador literario en la revista “Septemvri”, en la sección “Poesía”, mesa con mesa con Elisaveta Bagryana. Ahí estuvimos juntos durante 20 años, cuenta Nayden Valchev. Oí, vi y aprendí muchas cosas. Ella leía con el lápiz en la mano, con mucho cuidado, con respeto a cada autor, sin imponer su opinión. Lo que más le interesaba eran los jóvenes: qué dirán los jóvenes, con qué novedad vienen… ¿Cuál es la nueva ola en el desarrollo de la lírica búlgara? Ellos también sabían con quién hablaban, tenían ese respeto que era natural, imperativo, importante y muy instructivo para todos nosotros y para todos ellos.
Más recuerdos curiosos sobre Bagryana: le gustaba contar cómo en los albores de la aviación se convirtió en la primera búlgara en volar a París. A la vuelta, sin embargo, la mayoría de viajeros rechazaron volar, ya que en esa época sucedió algún accidente, y la poetisa regresó a Sofía sola en el avión. Nayden Valchev cuenta también cómo muchos años después Bagryana recibió la noticia del asesinato del presidente Kennedy. Un grupo de escritores se enteró de ello mientras comían en un conocido restaurante de Sofía:
Elisaveta Bagryana dejó el cuchillo y el tenedor en su plato y ya no los volvió a tocar. Palideció y dijo: “Me da miedo la Humanidad”. Ella, la tormentosa Elisaveta Bagryana, que no temía a nada, que amaba la música y la pintura, que luchaba por la autoestima de la mujer y contra el gremio; en esos momentos el sismógrafo de su corazón detectaba los importantes temblores que acompañaban sus días: blancos y negros.
Nayden Valchev habla también de los últimos días de Bagryana, que falleció en un lujoso hogar de ancianos en 1991, a la edad de 97 años.
Mi mujer y yo fuimos a visitarla. Ella se alegró y abrazó las flores. Sus manos eran muy delgadas y sus dedos estaban fríos. Giré su anillo, que se había dado la vuelta, y ella me dijo, “Mi alejandrita, el anillo de la soledad”. Pero ella misma no estaba sola. Cuando Alain Bosquet publicó una antología con los cien mejores poemas del mundo, Bulgaria estaba representada por su obra. Y ella se encontraba entre esos cien, entre los más selectos poetas de todo el mundo.
La antología de Bosquet es sólo una parte del reconocimiento que Bagryana recibió en vida y tras su muerte. Sus poemas se han traducido a 30 idiomas. Se han publicado en Francia, Rusia, Rumanía, Italia, Suecia, Polonia, etc. Ella fue muy trabajadora y muy fructífera. Publicó su último poemario, “A la orilla del tiempo”, a los 90 años, en 1983, 56 años después del primero. Pero en sus últimas obras conserva la melancolía de sus versos y la frescura de su inspiración.
En 1983, con ocasión de su 90 cumpleaños, fue galardonada con la más alta condecoración estatal: “Héroe de la República de Bulgaria”.
Versión en español por Marta Ros
Fotos: Veneta Pavlova, BGNES y archivo personal
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