A finales de la semana pasada a Dimitar Glavchev, presidente del Parlamento de Bulgaria, le fue asegurado por parte de las autoridades locales y representantes de la diáspora búlgara en la ciudad de Primorsk que la nueva Ley de Educación en Ucrania no afectaría los derechos de la minoría búlgara de estudiar su lengua materna. Tales garantías se las había ofrecido anteriormente a Glavchev, al primer ministro búlgaro Boyko Borisov y a la ministra búlgara de Exteriores Ekaterina Zajarieva, el embajador de Ucrania en Sofía, Mikola Baltazhi. El que el derecho de los búlgaros étnicos en Ucrania a estudiar su lengua materna no se vería lesionado por la reforma educativa en ese país también lo ha garantizado el presidente ucraniano Petro Poroshenko al reunirse en Nueva York con su homólogo búlgaro Rumen Radev. La intensidad con la cual el asunto ha venido siendo planteado continuamente en la segunda quincena de septiembre habla de por sí sobre la seriedad de las preocupaciones en Sofía. A esta etapa no hay indicios que denoten una insatisfacción por las reacciones de la parte ucraniana ni fundamentos para esperar reacciones violentas, como las que se han producido en Rumanía, país cuyo jefe de Estado, en señal de protesta contra la supresión de la enseñanza en su idioma materno para las minorías en Ucrania, canceló su visita a ese país y la del presidente del Parlamento de Ucrania a la capital rumana.
No obstante, pese a la moderación de las reacciones búlgaras, persiste la sensación de que Sofía seguirá observando atentamente el asunto ya que éste sólo es una parte de la sucesión de problemas para nuestros compatriotas residentes en Ucrania desde que surgiera el conflicto entre ésta y Rusia. Por tradición, en Ucrania, la diáspora búlgara no había afrontado problemas y, en el marco de numerosos contactos oficiales, el gobierno búlgaro había reconocido y celebrado este hecho.
En marzo de 2014, empero, el Consejo para la Seguridad Nacional, adscrito al entonces primer ministro Oresharski, admitía que, caso de desatarse un conflicto bélico o de recrudecerse los ánimos xenófobos en Ucrania, unos 250 mil a 300 mil búlgaros podrían dirigirse a Bulgaria. En relación con la conflictiva situación, a comienzos de 2015, a la embajada búlgara en Kiev y al consulado general búlgaro en Odesa se les impartieron sendas instrucciones de agilizar la extensión de visados a los búlgaros étnicos residentes en zonas de hostilidades. Al mismo tiempo, las autoridades locales en algunos núcleos poblacionales en el noreste de Bulgaria comenzaron, por iniciativa propia, a prepararse para acoger a compatriotas nuestros procedentes de Ucrania. Por cierto, no se llegó a un aluvión de búlgaros étnicos procedentes de Ucrania pero en junio pasado los temores a manifestaciones xenófobas se justificaron en parte tras haber apaleado nacionalistas ucranianos a un representante de la comunidad de los búlgaros besarabos en Bilhorod- Dnistrovskyi.El incidente motivó una protesta de nacionalistas ante la embajada de Ucrania en Sofía quienes reclamaron el cese del terror sobre los búlgaros en Ucrania. Una parte de los participantes en esta concentración llevaban, sin embargo, lazos georgianos rusos, una bandera rusa y vestían camisetas con la imagen del presidente ruso Vladimir Putin, algo que provocó dudas sobre la autenticidad de los móviles y sospechas de implicación de un tercer país en la acción de protesta. El problema, amén de grave, resulta sumamente delicado porque en las filas de los llamados “separatistas rusos” en Ucrania, también hay buen número de búlgaros étnicos.
Resulta arduo prever actuaciones posteriores de Bulgaria si bien no se descartan los respectivos trámites en el marco de la UE, de reclamarlo así eventual concurso de las circunstancias. El asunto ya ha sido planteado en una reunión informal, celebrada por los ministros de Exteriores de los países miembros de la UE. Ekaterina Zajarieva, jefa de la diplomacia búlgara ha anticipado que Bulgaria, Hungría, Rumanía y Grecia, respaldadas por Polonia remitirán sendas cartas comunes al ministro de Exteriores de Ucrania, al Consejo de Europa y a la OSCE. Lo que Ucrania ha asegurado ha sido aceptado por la parte búlgara pero el problema, obviamente, sigue pendiente.
Versión en español por Mijail Mijailov
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