Delcho Delchev es arquitecto de la asociación “Transformadores”. Hace unos cinco años, secundado por colegas suyos de la Universidad de Arquitectura y Construcciones de Sofía, creó un “laboratorio de diseño urbano”. La sección más visitada del mismo es la Smartfablab, que forma parte de la red mundial FABLAB. Es “la sala con maquinitas para creación digital de prototipos”. Tal es la sencilla explicación que el arquitecto da sobre la Smartfablab. Explica que se trata del laboratorio de “producción inteligente” que ofrece posibilidades ilimitadas para experimentar y crear empleando materiales distintos por su tipo y composición. En ese laboratorio se hacen los proyectos y se fabrican pequeñas máquinas robotizadas y equipos electrónicos finos.
Recientemente, algunos de los participantes en el taller digital inteligente fabricaron equipos que miden la pureza del aire y los colocaron en las terrazas de sus casas. Es este sólo uno de los ejemplos de la útil actividad que desarrollamos en nuestro taller, dice Delcho Delchev. Va aumentando extraordinariamente el interés por estas tecnologías y ahora estamos ampliando el recinto de nuestro taller para que un mayor número de personas lo puedan aprovechar. El modelo que estamos imponiendo es el del “uso compartido”, de modo que numerosas personas puedan tener acceso al equipamiento común. El hecho de que gran número de estudiantes universitarios acudan a nuestro taller para preparar sus cursos y tesinas significa que el precio no es elevado. Vienen personas de ideas diferentes, y no siempre logramos conocer lo que ocurre con las cosas que ellas fabrican aquí. Por ejemplo, uno de los modelos estrafalarios producido aquí es una bufanda femenina. La bufanda avisa si la persona que la lleva anda un tanto jorobada.
Cuando los jóvenes se enteran de las nuevas oportunidades se muestran muy curiosos y muy abiertos a las ideas innovadoras.
Confiamos sin reservas en ellos y procuramos incentivarlos. A tal efecto otorgamos becas a estudiantes para que frecuenten nuestro taller y elaboren prototipos en él, dice Delcho Delchev. Iniciamos una campaña nuestra que apunta a crear tales recintos en las escuelas. En los laboratorios de manualidades en la mayoría de éstas y durante muchos años no ha pasado nada nuevo ni positivo. Pretendemos arrinconar el antiguo modelo de enseñanza en base al cual todos los alumnos tienen asignadas tareas idénticas. Ahora corren otros tiempos y por esto les propondremos a los estudiantes algo que les permita a cada uno tener un enfoque totalmente individual y una creatividad personal. Queremos que los alumnos escojan sus clubes de intereses y así unos podrán coser, otros, cocinar, otros más, fabricar muebles. De este modo los jóvenes hacen sus primeros pinitos en el ámbito de la mentalidad emprendedora. Así el trabajo se vuelve atractivo y deseado. Muy a menudo participamos con una parte del equipamiento del “Taller inteligente” en distintas exposiciones a las que también acuden muchos niños.
Les ofrecemos que ellos mismos fabriquen su pequeño modelo con la ayuda de la impresora en 3D. Esto se puede hacer de dos maneras, una es manual, con una estilográfica 3D, y la otra, automatizada, por medio de una impresora láser 3D. De esta manera ellos pueden captar fácilmente la distinción entre la impresión en tres dimensiones, cuando manejan la estilográfica y, al mismo tiempo, la comparan con la impresión con láser que es más rápida y más precisa. A pesar de las ventajas de la máquina, muy frecuentemente fomentamos el uso de las tecnologías manuales. Vamos observando a los niños y comprobamos que se interesan más por lo que hayan hecho ellos mismos con sus manos. Esto es para nosotros una señal importante de que estos tipos de trabajos se han de incentivar y que la Educación debe prestarles una mayor atención. Ya es hora de que las actividades creativas se asienten en los fundamentos de la Educación, en vez de memorizar únicamente un material que, eventualmente, nos resultaría de utilidad en el futuro.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: smartfablab.org
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