Bulgaria y la Segunda Guerra Mundial. ¿Habría tenido este país la oportunidad de no intervenir en la contienda mundial más exterminadora hasta hoy en día? Hemos formulado esta pregunta a la doctora Sonya Penkova, directora del Museo Nacional de Historia Militar, motivados por la extensa exposición “La guerra en que no pudimos no participar”, montada en este museo. La muestra está dedicada al 70 aniversario del término de aquella conflagración mundial.
“En realidad, esta es la pregunta que emerge de nuestra exposición. Por medio de la misma procuramos encontrar las posibles respuestas. Según el equipo que ha creado esta exposición, Bulgaria no tuvo alternativa alguna. Simplemente se vio forzada por la evolución de los acontecimientos en Europa y el mundo y por el desarrollo de las relaciones entre las Grandes Potencias, a optar por esta vía, sin tener ambiciones de participar en la guerra. Al comienzo del conflicto bélico, Bulgaria mantuvo su neutralidad por un período bastante largo pero en un momento determinado las cosas se escaparon del control”.
Sonya Penkova aduce como ejemplo la llamada “guerra simbólica” que Bulgaria, presionada por Alemania, les declaró a los EEUU y a Gran Bretaña. Era una guerra sin planes ni hostilidades reales contra esos países. Sin embargo, en un momento determinado aquella “guerra simbólica” se volvió completamente real con los bombardeos a este país y los combates aéreos. En la fase final de la guerra, Bulgaria participó en efectivas batallas terrestres del lado de la coalición anti hitleriana que integraban la URSS, Gran Bretaña y los EEUU.
¿Cuáles fueron los antecedentes de la participación de Bulgaria? Tras la I Guerra Mundial, librada en aras de la unificación nacional de tierras pobladas mayoritariamente de búlgaros, el país llegó a formar parte del bando de los vencidos. El inicuo Tratado de Neuilly desgarró de su territorio tierras pobladas básicamente de búlgaros. Así en los años 20 y 30 del siglo XX fueron cobrando cuerpo las ideas de la clase política búlgara de una revisión pacífica del estatus quo tras la primera contiende mundial. Se fueron buscando posibilidades para lograr la unificación nacional sin que esto signifique que los políticos hubieran tenido una posición unívoca sobre sí debería librarse una nueva guerra y en cuál bando librarla. Sin embargo, la evolución de los acontecimientos y lo que estaban proponiendo las Grandes Potencias fueron fijando con claridad suficiente las posibilidades de Bulgaria para participar en el bando de alguna de las coaliciones que ya se estaban formando. A comienzos de 1941, Alemania ya iba triunfando sobre la coalición anglo-francesa en los frentes europeos, mientras que la Unión Soviética actuaba como aliado de Alemania: “La clase gobernante búlgara se fue dando cuenta, tras el comienzo de las hostilidades en Europa, de lo que les pasaba a países bastante más fuertes, de ejércitos más fuertes, de potencial de recursos considerable. Esto quedaba claro en las batallas que Alemania libraba en Europa y en las actuaciones de la Rusia soviética en el Este.
De manera que lenta pero inexorablemente la guerra se iba acercando a Bulgaria. Y la decisión que los gobernantes a la sazón tenían que tomar era sobre la forma en que podrían evitar la participación de Bulgaria en la guerra y cómo podrían llegar a alguna clase de cumplimiento del ideal de la unificación nacional, fracasado en la Primera Guerra Mundial. La restitución a Bulgaria de la porción meridional de la región de Dobrudzha se hizo posible con jugadas eminentemente diplomáticas provocadas por la evolución de las relaciones entre las Grandes Potencias al comienzo de la contienda”. Mientras, la aplanadora de la guerra seguía avanzando y ya quedaban descartadas cualesquiera variantes pacíficas para Bulgaria. La decisión de Alemania de emprender una campaña bélica en los Balcanes en la primavera de 1941 significó una presión descomunal sobre Bulgaria para que se incorporara al eje hitleriano y ofreciera, en sus territorios, “corredores” para las hostilidades. Tras el ataque aéreo japonés contra Pearl Harbour en diciembre de 1941, Alemania obligó a todos los países europeos, aliados del Eje a declararle la guerra a los EEUU y Gran Bretaña.
Cabe agregar que una de las páginas más brillantes de humanismo en los años de la II Guerra Mundial fue escrita en Bulgaria. Se trata de la salvación de los judíos búlgaros del Holocausto. Intercedieron por ellos los dignatarios máximos de la Iglesia Ortodoxa Búlgara, 43 diputados al frente con el vicepresidente del Parlamento Dimitar Peshev, numerosos intelectuales, búlgaros llanos. Hizo gala de sagacidad en aquel delicado momento el propio zar Boris III, de quien dependían las decisiones políticas con respecto a aquel problema. Así en los años de la guerra fueron salvados casi 50 mil judíos.
¿Cómo fue la participación de Bulgaria en la derrota del hitlerismo? “Tras el golpe de estado político del 9 de septiembre de 1944, Bulgaria se puso del lado de la coalición antihitleriana, en forma ya completamente definitiva tras haber hecho en períodos anteriores intentos bastante importantes de sumarse a esta coalición - señala Sonya Petkova -. Lógicamente, las relaciones entre las Grandes Potencias y la repartición de las esferas de influencia fijaron el puesto que Bulgaria ocuparía en el ordenamiento militar. Al incorporarse a la coalición anti hitleriana Bulgaria pudo participar también en la fase final de la guerra. En el propio final de las hostilidades, unidades del ejército búlgaro, formando parte del Tercer Frente Ucraniano, combatieron hasta el 15 de mayo, o sea, varios días después del término oficial de la contienda”.
La doctora Penkova señala que la participación de Bulgaria en la fase final de la guerra, si bien importante, no rindió todos los resultados que se creía que, posiblemente, pudiera alcanzar. ¿Cuál es el balance?
Bulgaria conservó Dobrudzha meridional que había recuperado en forma pacífica en 1940. Sin embargo, al sur y al oeste, los territorios arrebatados a este país, a consecuencia de la Primera Guerra Mundial, quedaron fuera de los confines de Bulgaria. El país, en la etapa final de la guerra, estuvo combatiendo bajo mando soviético pero también siguió bajo la influencia soviética luego, durante más de 40 años.
Los colores que priman en la exposición son el blanco y el negro. A través de fotos, secuencias documentales de video y sonidos de la guerra-como el ulular de sirenas y el fragor de los bombardeos a Sofía - podemos hacernos testigos de las pruebas y los horrores de la guerra. Podemos escuchar, asimismo, discursos de políticos y recuerdos de participantes en la contiende. Hay también multitud de aplicaciones multimedia que amplían las ideas de los visitantes sobre aquella conflagración mundial. Para los visitantes de más corta edad se han instalado pantallas táctiles. La exposición se extenderá hasta finales de febrero de 2016.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos de la exposición de Veneta Pavlova
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