Se supone que la ciudad de Kabile lleva el nombre de la diosa-madre tracia Cibeles cuya efigie se puede ver en un relieve en el santuario de Zaichi Vraj. Precisamente en los pies de este antiguo observatorio se gestó una de las más grandes sedes culturales y comerciales en las tierras de la antigua Tracia. Kabile es la única ciudad tracia en Bulgaria que ha sido estudiada en su totalidad y cuyas huellas están esparcidas alrededor de la ciudad de Yambol. En nuestros días parte de sus restos han sido restablecidos y conservados, y los artefactos descubiertos en la región embellecen las vitrinas de una colección museística moderna creada con el apoyo de un proyecto europeo cerca de la reserva arqueológica.
En el territorio de la antigua ciudad de Kabile no se ha construido una urbe moderna lo cual facilita los estudios arqueológicos y su conservación. Se supone que los cimientos de Cabile fueron echados hacia finales del segundo milenio antes de Cristo. Con el correr de los siglos la ciudad creció y aparecieron las gruesas murallas y las fortificaciones de defensa, los edificios, las calles y los templos. En 341 antes de Cristo, Alejandro Magno conquistó la ciudad. Después de la disolución de su imperio, Kabile volvió a ser gobernada por la tribu tracia de los odrisios y fue residencia de los zares Spartok y posteriormente de Skostok. Hacia finales del siglo III y comienzos del siglo II antes de Cristo Kabile era una de las ciudades más prósperas en esa parte de Europa y tenía unos 7000 habitantes. Los arqueólogos encontraron restos de un templo de la diosa Artemis, considerada patrona de la población local, un altar de Apolo, viviendas y edificios comerciales, una plaza urbana y un almacén para trigo.
A juzgar por los artefactos aquí vivieron personas muy adineradas, afirma Stefan Bakardzhiev, director del Museo Regional de Yambol. Los objetos domésticos de exquisita elaboración, los lujosos adornos, los recipientes egipcios en que se recogían las lágrimas durante los sepulcros, el gran número de ánforas de tierras lejanas indican que la población era adinerada y abierta hacia el mundo y las influencias externas. Kabile acuñaba monedas propias de bronce y plata con la efigie de Artemis. Posteriormente, en la época romana, la ciudad se convirtió en uno de los grandes campamentos militares en la provincia de Tracia. Aquí han sido descubiertos y estudiados un total de 15 lugares de interés arqueológico. Entre ellos hay partes de murallas de fortalezas con torres de defensa, dos termas romanas, dos cuarteles de dos pisos, un barrio de la alta Antigüedad, templos cristianos, etc., cuenta Stefan Barkardzhiev. Algunos de estos edificios han sido restaurados, conservados y son accesibles para los turistas. Además:
Kabile es uno de los más tempranos centros cristianos en el territorio de las tierras búlgaras actuales. La basílica del siglo IV es tal vez la mayor en Bulgaria. Según las fuentes históricas, Severus, el obispo de Kabile, participó en el Segundo Concilio Ecuménico en Sárdica en 342. No es casual que haya dos templos cristianos en Kabile. Parte de los mosaicos de uno de estos templos está expuesto en el museo en el otro hay un baptisterio. Suponemos que la ciudad fue habitada por algunos de los más tempranos cristianos en Europa.
Igual que en muchas ciudades Kabile tiene su auge y su ocaso. Después de haber existido durante un milenio y medio, la ciudad de Alejandro Magno, de los zares odrisios Spartok y Skostok, y de los legionarios romanos fue perdiendo fuerza. A finales del siglo VI fue invadida por tribus bárbaras.
Tal vez eran avaros, eslavos y protobúlgaros tempranos. Entonces hubo un gran terremoto que cambió la ribera del río Tundzha que está cerca de la ciudad. La cuenca del río se trasladó a dos kilómetros con lo cual la compleja canalización de la ciudad dejó de funcionar y sus habitantes comenzaron a abandonarla, explica Stefan Bakardzhiev.
Este era el fin de Kabile, la ciudad-leyenda cuya gloria se difundió por el mundo antiguo. Hoy de esta sede comercial y cultural de otrora quedan solo las ruinas y los bellos artefactos expuestos en el museo adscrito a la reserva arquitectónica. De la vida cotidiana de sus habitantes conocemos más gracias a las reconstrucciones organizadas en un “coliseo”, de reciente construcción, donde entusiastas vestidos como legionarios romanos ofrecen espectáculos de gran colorido a los visitantes de la reserva arquitectónica.
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