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1974: Recordando al director Metodi Andónov

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Foto: Archivo

La lección más importante que nos ha enseñado es el amor, en todos los sentidos: a los hijos, al arte, a la vida, a los amigos. Este amor le fue insuflado por sus padres, gente muy modesta y común; velaban sobre él con total entrega. Hasta su último aliento le consideraron un ser excepcional. No dudaron ni un instante en trasladarse a Sofía, abandonando su aldea, cuando dijo que quería estudiar francés. Se presentóa los exámenes para ingresar al Colegio Francés y fue admitido. Quiso, asimismo, aprender a tocar el violín y ellos cumplieron también este deseo suyo”.

Son recuerdos de Nevena y Milena Andónov, que perdieron a su padre, el director teatral y cinematográfico Metodi Andónov, siendo todavía muy niñas. Hasta hoy las dos tratan de mantener vivo su espíritu. Andaba y se movía a sobrevelocidad, emanaba muchísima alegría e inspiración”, dicen las dos hermanas, en cuyo recuerdo Andónov es el padre siempre ausente que vive contento einspirado en su trabajo.

Metodi Andónov inició su carrera de director en el Teatro de Drama de Burgás en los años en que la élite artística capitalina acudía en masa a los estrenos teatrales en esta ciudad costera para ponerse al día con las novedades en el mundo de Melpómene. Era la época gloriosa del teatro de Burgás donde, desde mediados de los 50 hasta finales de los 60, se creó el teatro búlgaro moderno.

“Me fui a Burgás inmediatamente después de graduarme por el InstitutoSuperior de Arte Teatralcuenta el director . De mi labor de aquel periodo han quedado en mi memoria algunas escenas de piezas del repertorio clásico nacional y de obras contemporáneas rusas. Llegué al Teatro de la Sátira de Sofía en 1959. Fue el evento más grande de mi vida teatral. Dondequiera que vaya de aquí en adelante, mi trabajo en este escenario determinará mi destino de hombre teatral para siempre. Prefiero a los actores de verdad que son capaces de vivir realmente en el tablado, de apasionarse, inspirarse, que son capaces de grandes momentos. Me gustan los que tienen sentido de la modernidad pero no los fríos y racionales, por muy modernos que sean”.

En 1968 Metodi Andónov estrena su primera película, titulada “La habitación blanca”, que le trajo el Gran Premio “La Rosa de Oro” del Festival de Cine de Varna, y el Primer Premio de la muestra fílmica de Nueva Delhi, India. En aquel momento el realizador ya había abandonado el Teatro de la Sátira, amargado por la mezquindad y la envidia. Sin embargo, antes había puesto en escena unos de los espectáculos más memorables del repertorio de la compañía. “Parecía correr constantemente detrás de alguien o de algo; así era su andar y también su pensar”, decía de Metodi Andónov el renombrado escritor búlgaro, Yordán Radíchkov. El director fue el que le reveló los secretos del teatro; además, realizó su primera pieza, “Alboroto”.

Amigos, familiares y actores recuerdan a Andónov como una persona que siempre iba corriendo. Por las noches, tras el día laboral, cavilaba sobre los personajes y las secuencias hasta el último detalle. Quienes trabajaron con él han visto la vena palpitante en su frente, su cuerpo estirado, frágil y fuerte a la vez. Parecía un arco cuya flecha daba siempre en el centro del blanco”, escribe en su biografía la gran dama del teatro búlgaro, Tatiana Lólova, recordando a Metodi Andónov.

La energía y la presencia de Andónov son igualmente tangibles en sus películas. Cuatro décadas después de su estreno, su obra maestra “El cuerno de cabra”, una historia emocionante de amor y violencia, no pierde su impacto. Recibida triunfalmente por el público búlgaro, la cinta cosechó premios en los festivales de cine en Varna, Karlovy Vary (Rep. Checa), Chicago (EE.UU.) y Santarém (Portugal).

En gran parte de mis películas y espectáculos que tratan sobre temas contemporáneos, los conflictos y los personajes son tomados directamente de nuestra realidadcomentaba Andónov . Inclusive en casos de obras como, por ejemplo, “El cuerno de cabra”, en que el trama ha sido tomado de una realidad alejada en el tiempo, los hechos han demostrado que guardan relación con nuestra contemporaneidad. El que el público acudiera en masa a ver la película sugiere que algo en ella le cala hondo”.

Metodi Andónov abandonó este mundo en 1974 con tan sólo 42 años de edad. Hoy en día una calle en Sofía, la sala de cámara del Teatro de la Sátira y la casa de cultura de su pueblo natal llevan su nombre. Y su mítica película, “El cuerno de cabra”, sigue en pantallacomo recuerdo constante de este extraordinario director.

Versión en español por Daniela Radíchkova



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