Hoy la Iglesia Ortodoxa Búlgara venera a San Nicolás. Su nombre significa “Vencedor” y se le homenajea como patrono de los pescadores, los comerciantes, los carreteros, los molineros y los banqueros.
En la noción popular San Nicolás trae la primera nieve: sacude su larga barba blanca y de ella caen los primeros copos. Hay incluso un dicho que reza “hoy es su día y mañana, el de la nieve”. En San Nicolás se practican ritos para predecir el futuro y la próxima cosecha.
El pueblo se lo imaginaba como un joven con alas dotado de increíble fuerza física, que sobrevolaba los lagos, mares y océanos para combatir los demonios que los habitaban. Otra idea de este santo es la de un anciano canoso y muy bondadoso. En los iconos suele estar representado como un hombre mayor. Según una leyenda, en cierta ocasión, mientras navegaba por el mar, las olas abrieron una brecha en el fondo de su bote. San Nicolás capturó un pez y la tapó con él , salvando así su vida. De ahí la notoria presencia del pescado en los festejos de este santo.
En diversas mitologías antiguas el pez simboliza el principio femenino. Significa fertilidad y procreación, encarna la fuerza del agua y su capacidad de engendrar y conservar la vida. El pez se asocia a la Diosa Madre y las deidades lunares. En la tradición de la Antigua Grecia era atributo de Afrodita, diosa del amor. Más tarde, el cristianismo lo afirmó como símbolo de Cristo y de los primeros cristianos denominados alegóricamente “cazadores de almas”.
También en las nociones tradicionales de los búlgaros el pez tiene presencia como especie animal, alimento específico y fuente de sustento, pero también como una imagen simbólica que engloba antiguos significados mitológicos.
Ya que en el pasado no existían condiciones adecuadas para su conservación, el pescado era considerado un alimento peligroso que podía malograrse rápidamente. Hay un refrán que reza: “Dijo el pescado: ásame hasta que se me pongan blancos los ojos porque de lo contrario se pondrán blancos los tuyos”. Dicho de otro modo, el pescado debe estar bien asado para comerlo porque si no, el comensal podría sufrir daño.
Según la tradición búlgara, el pescado se debe comer solo en los meses con letra R en el nombre. En nuestras latitudes esto significa en el periodo de temperatura más fresca, entre septiembre y abril. En mayo, junio y agosto el pescado se malogra con facilidad a causa de las temperaturas más altas.
Es muy popular el dicho de que el pescado se pudre por la cabeza, nunca por la cola. Traducido esto a la realidad actual significa que los males (por ejemplo la corrupción) parten de los altos niveles del poder y no del pueblo.
Por otra parte, el pescado es considerado un alimento limpio y es el único de origen animal permitido en las festividades de Anunciación, Domingo de Ramos y San Nicolás.
En el plano simbólico, el pez se asocia al agua, las profundidades y el mundo subterráneo. Según las nociones cosmogónicas arcaicas, la tierra se apoya en dos o tres peces o en las astas de un buey con los pies puestos sobre un pez. La conexión con el mundo subterráneo se traduce en una conexión con la fecundidad. Se considera que engullir pescado o partes del mismo ayuda a concebir.
Hay una canción tradicional búlgara que narra la historia de una joven a la que su madre maldijo que concibiera en cuanto escuchara a un pez cantar en lo hondo del mar Negro, y la música de las piedras en lo alto de la montaña. Al enterarse que su mujer no podía tener hijos, el marido decidió buscarse otra en segundas nupcias y le encomendó a su hermano llevar a la primera esposa a la playa y tirarla al mar. Entonces Dios, conmovido por las lágrimas de la pobre mujer, hizo un milagro: los peces en el mar empezaron a cantar y las piedras en lo alo de la montaña, a silbar hermosas melodías. La mujer regresó junto a su marido y pronto tuvieron un hijo extraordinario, con una luna en el pecho y un sol en la frente.
Según la creencia popular, los peces pueden cumplir deseos. De ahí el cuento del pescador que capturó un pececito de oro que le cumplió tres deseos para que lo pusiera en libertad.
En la localidad de Asenovgrad, Bulgaria del sur, hay una iglesia consagrada a la Anunciación, más conocida como la iglesia de la Virgen del Pez. Se le ha llamado así por su cúpula, de cobertura que semeja escamas. En el interior de la iglesia hay una fuente sagrada con pececitos vivos. Los fieles creen que quien vea los pececitos, será oído por Dios en sus oraciones.
Sin duda, el pez de mayor fama en el folclor búlgaro es la carpa, a la que veneraron los eslavos antiguos. Según una creencia tradicional, la carpa no vista por ojos humanos durante 40 años se convierte en dragón. Por esto, en algunos iconostasios, al pie de la cruz suelen estar representados peces en lugar de dragones.
En la noción popular, la carpa es sirvienta de San Nicolás y por esto se ofrece como un sacrificio en honor al santo en la mesa festiva de San Nicolás. Se cree que la carpa es un pez sagrado puesto que en la cabeza tiene una pequeña espina en forma de cruz, que se guarda como amuleto y se fija al gorrito del recién nacido para protegerlo de todo mal. Se les atribuyen propiedades inusuales también a las escamas de la carpa servida en San Nicolás. Quien lleve unas cuantas de ellas en el monedero, pronto se hará rico.
Versión en español por Raina Petkova
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