La artista plástica Tania Ivanova de la ciudad meridional de Stara Zagora se ha dedicado a una ocupación muy específica: la de tejer gobelinos y tapices de hilos de lana, y pintar sobre lienzos de seda y otras materias. Sí, señor, ella teje los tapices y los gobelinos que por regla suelen ser bordados. De sus manos diestras surgen multicolores ramos de flores, iconos y otras imágenes y ornamentos...
Esta mujer joven no es muy dada a hablar. Prefiere expresarse a través de sus obras. Las ideas para éstas suelen surgir en su mente a toda hora, pero “en el telar nace lo que en algún momento hizo temblar mi corazón”, explica Tania.
“En cuanto me retire y quede a solas con los hilos de que tejeré mis visiones, siento entrar en un mundo diferente, en el que no hay rencor ni reproches, maldad ni envidia, culpas ni justificaciones. Es mi mundo de anhelos vistos en sueños y de sueños anhelados, un mundo surgido del contacto y las caricias entre la imaginación y la realidad; un mundo que cabe en un puñado y que salpica gotas de amor”.
Tania tiene 31 años. Se graduó por el Escuela Media de Artes Plásticas de la ciudad sudoriental de Sliven en 1997 y desde entonces ha participado en 11 exposiciones individuales y colectivas. Obras suyas adornan los hogares de muchos búlgaros que residen en el extranjero.
Dice que en las diferentes estaciones del año se elaboran distintas piezas. Teje los tapices en un telar vertical en el que se trabaja únicamente con los dedos, a diferencia del tradicional telar horizontal con pedales en el que casi nada se hace con las manos. Mientras explica esto, acaricia inconcientemente una bola de hilos de lana multicolores.
“Trabajo en el telar más que nada en invierno porque en verano hace mucho calor y los hilos se humedecen. En el telar no se puede trabajar en días húmedos y aquí, en Stara Zagora, con frecuencia el tiempo es húmedo. En primavera y verano dedico más tiempo a los chales y pañuelos dibujados a mano, que en esas temporadas se secan con rapidez. Hay días en que tengo ganas de trabajar en el telar y otros en que la inspiración de abandona”, continúa diciendo la artista plástica y reconoce que prefiere trabajar en horas de la noche porque entonces las imágenes surgen con mayor facilidad en su imaginación.
“A veces tengo que reproducir un cuadro o un icono de un plano hecho para bordarlo en gobelino. He hecho de esta manera un icono llamado La oración de Cristo y otro, que es de San Demetrio. Por lo general, prefiero hacer yo misma mis modelos. Me gusta trabajar con diferentes materiales. Al comienzo coloreaba yo misma los hilos que empleaba pero hacerlo en un apartamento es tarea difícil de manera que ahora prefiero comprarlos hechos”.
Por encargo de una búlgara que reside en el extranjero, Tania Ivanova elaboró, algún tiempo atrás, el icono de San Juan el Taumaturgo de Rila, el santo protector de los búlgaros. “Me fue muy difícil elaborar ese icono en el telar, me tomó más de tres meses. Debía tener mucho cuidado con los hilos, que todos fueran del mismo grosor. Sin embargo ahora último me gusta hacer tapices con hilos de diferente grosor”.
En cuanto a los pañuelos dibujados a mano sobre diferentes telas, Tania dice: “La seda es muy exigente y se suele usar más que nada en casos especiales, y mi deseo es que los pañuelos que dibujo sean utilizados en el día a día, por ejemplo sobre la casaca vaquera de una joven”.
El año pasado esta artista plástica fue distinguida con el premio Guardián de las Tradiciones” de la Asociación para el Desarrollo de las Artes y los Oficios. Votaron a su favor tanto el público como el jurado. Esto la obliga a seguir trabajando y a transmitir sus conocimientos y destreza a tejedoras más jóvenes que, lo mismo que ella, se inspiran en la belleza de los colores y las imágenes.
Versión en español por Raina Petkova
Foto: Archivo personal
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