En el extremo sudoeste de Bulgaria, en la frontera con Grecia y la ex República Yugoslava de Macedonia se encuentra Belásitsa, un monte pequeño y no muy alto. Justo en el punto en que se juntan las fronteras de los tres países está el pico Tumba, cuyas laderas se extienden en los tres territorios nacionales. Aproximadamente un tercio del monte, en concreto su parte más elevada, está en territorio búlgaro, incluyendo el pico más alto, Rádomir, de 2029 m. Declarada Parque Nacional, en 2007, Belásitsa forma parte del Cinturón Verde Balcánico, y también de la Red Europea Natura 2000. Este monte es poco conocido ya que una veintena de años atrás era zona fronteriza de acceso restringido, por eso aún guarda sorpresas agradables para científicos y viajeros. Su fuerte carácter se puede sentir desde sus mismos pies; las crestas abruptas crean la sensación de un muro inaccesible.
Belásitsa es, quizás, el monte más empinado de todo el país, explica Dobromira Dímova, subjefe del equipo que ha diseñado el Plan de Gestión del parque. El monte sorprende por la composición inusual de las especies en sus bosques, en los que predominan el castaño común y el sicómoro, como también por la abundancia de ríos impetuosos y pequeñas cascadas.
“Los bosques naturales de sicómoro son bastante limitados en Bulgaria, y el castaño común es aún más raro – explica la experta –. En este sentido Belásitsa no tiene parangón, sobre todo porque en algunos lugares tenemos una combinación entre las dos especies que no se da en otros sitios. Además, el parque cuenta con plantas interesantes y poco comunes. Son particularmente hermosos los diversos tipos de orquídeas. En los bosques de haya más antiguos todavía se pueden observar aves raras como, por ejemplo, pájaros carpinteros o aves de rapiña diurnos. El año pasado llevamos a la montaña a un grupo de escolares y a casi cada diez metros mi colega ornitólogo se detenía para mostrarnos diferentes aves y nos invitaba a escuchar su canto”.
Belásitsa sorprende también por sus numerosas cascadas; prácticamente no hay pueblo sin un salto.
“Belásitsa es difícil de escalar, pero la experiencia merece el esfuerzo – añade Dobromira Dímova –. Durante el ascenso uno puede disfrutar de la sombra de los bosques de sicómoro, castaño y, en las zonas más altas, de hayas. En los barrancos hermosas cascadas hechizan la vista. Pero la gran recompensa al final del par de horas de dura escalada llega al arribar a la cresta – rocosa, angosta y larga – que ofrece una vista espectacular en todas las direcciones: al lago Doiran, en la ex República Yugoslava de Macedonia, al lago Kerkini, en Grecia, a las altas cumbres del Pirin y a las suaves curvas del Slavyanka, ambos montes en territorio de Bulgaria”.
En Belásitsa, frontera climática entre las regiones mediterránea y continental transitoria, cosa que favorece la biodiversidad, han sido descubiertas más de 1200 especies de plantas, que son una tercera parte de la flora del país. 102 son especies raras o en peligro de extinción, 25 son endémicas de los Balcanes y 2, de Bulgaria, 38 plantas están incluidas en el Libro Rojo de Bulgaria, y 29 están protegidas por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES). Los investigadores siguen descubriendo en Belásitsa especies desconocidas por la ciencia: han sido descritas 36 especies endémicas, 44 raras y 3 relictas de insectos. En el parque abundan los vertebrados, entre anfibios, reptiles, aves y mamíferos. Los antiguos bosques de castaño en Belásitsa están protegidos no sólo a nivel nacional sino también europeo. A los pies del monte hay dos zonas protegidas: una es la zona de amortiguamiento del parque y la otra protege un depósito de helecho real. En un área de 1312 hectáreas, cerca del pico Kongura, está el homónimo coto, fundado en 1988 con el objetivo de asegurar la protección de los ecosistemas forestales naturales de castaño y haya comunes. El plan de gestión del Parque Natural Belásitza está enfocado en la protección y el aumento de los bosques seculares. La actividad silvícola está prohibida en un 2% de las áreas forestales, incluidos los bosques seculares. Además, para la recolección de las castañas es muy importante utilizar técnicas sostenibles. La gente local tiene buenas tradiciones en este sentido, asegura Dobromira Dímova.
“La gente de la zona tiene una actitud ambiental al recolectar las castañas porque es consciente de que al año siguiente de nuevo querrán que haya frutos. Los problemas se producen más bien cuando viene gente de fuera a recolectar castañas, ya que no es muy cuidadosa con las ramas de los árboles y, a veces, las rompen”.
La castaña se ha convertido en marca registrada del Parque Natural Belásitsa. Crece el número de aficionados que acuden al festival anual de las castañas. La riqueza del paisaje y la biodiversidad del parque, el patrimonio histórico y cultural de esta región y su ubicación geográfica son premisas favorables para el desarrollo del turismo nacional e internacional. Es probable que en el futuro entre los tres países sea creada un área protegida transfronteriza, con interesantes rutas turísticas.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: Cortesía del Parque Natural Belásitsa
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