¡Es día de san Ignacio! El 20 de diciembre honramos la memoria de san Ignacio, el Teoforo. Según la creencia popular, este día comenzaron los dolores de parto de la Virgen María y por esto en las canciones folclóricas se dice: “Sufrió la Virgen desde Ignazhden (Día de san Ignacio) hasta Navidad”. En el calendario de los búlgaros el día de san Ignacio marca el inicio del gran ciclo festivo vinculado a Navidad y Año Nuevo y su celebración.
Lo más típico en este día es el rito de polazvane del cual provienen algunas de las dominaciones de la fiesta como Polyaz o Polazovden. Por el carácter del polaznik se puede adivinar cómo será el nuevo año para los anfitriones. Si es una persona acomodada, saludable, afortunada y de buena familia, la fortuna les acompañará en todo momento.
El polaznik puede ser una persona o un animal, recuerda María Boyanova del Museo Nacional de Etnografía.
“Con frecuencia introducían un animal casero en casa, por ejemplo, el buey que es una caricatura muy amada por los búlgaros que araban con él y se garantizaban el sustento en el pasado. Si el polzanik es una persona, con frecuencia fue invitado desde la noche anterior ya que nadie deseaba un polzanik indeseado en su casa. Si por casualidad venía un polaznik no deseado lo ahuyentaban con blasfemias y por esto nadie se atrevía a salir de casa el día de san Ignacio e ir de visitas. Cuando es invitado a una casa el polzanik siempre lleva algo consigo, puede llevar incluso paja que coloca frente al hogar.
Después removía las ascuas y decía: “cuantas son las chispas en el hogar tantos sean los pollos y los terneros en el patio”, es decir dirigía voto de abundancia. Después la ama de casa recorría todas las habitaciones de la casa y simbólicamente esparcía semillas para que puedan crecer los sembradíos y el trigo. Como vemos la simbología del polaznik lo abarcaba todo: la buena suerte, la salud, la casa, los animales y la abundancia de los sembradíos. Las personas respetaban estas leyes para mantener el orden y evitar el caos.
El Día de san Ignacio es una fecha próxima al solsticio de invierno y en tiempos pasados, antes de la expansión del cristianismo, lo pueblos europeos festejaban precisamente el solsticio de invierno y el nacimiento del sol a finales de diciembre, explica la investigadora de las tradiciones búlgaras. La fiesta es parte del periodo de ayuno que comienza el 15 de diciembre y termina el 24 de diciembre. En este periodo las personas preparaban sobre todo platos a base de trigo, alubias, calabaza, frutas secas y estos platos estaban presentes tanto en la mesa de día de san Ignacio como en Nochebuena.
El Día de san Ignacio se prepara una de las tres cenas festivas cuando la mesa se inciensa. En el oeste del país se preparan panes rituales especiales con motivo del día de san Ignacio. “En general el papel del pan es pedir fertilidad. Sobre los panes rituales se colocan figuras que muestran el sustento de las personas, se coloca una cruz que aparte de ser símbolo del cristianismo también simboliza el sol”, dice María Boyanova.
“El pan que se hace con motivo del día de san Ignacio es un antiguo símbolo solar ya que el pan está vinculado al culto hacia el sol. En el periodo del ayuno, parte del cual es el día de san,Ignacio, se amasa pan sin levadura. Al incensar la comida la mesa se purifica. Esto se hacía en la punta del arado, la parte que entra en la tierra para remover el suelo. Se colocaban cenizas del hogar, mirra y cera. Todas las habitaciones de la casa de inhumaban y de esta manera se purificaban. Esto se hacía tres veces para “invitar” al inicio nuevo y comenzar el Año Nuevo sin restos del pasado”.
En el medio urbano moderno falta el hogar y las personas con frecuencia no saben qué es el arado por esto es difícil practicar el rito como mandan las antiguas tradiciones. “Hoy en día las velas que encendemos son algo que simbólicamente repite la idea de incensar la mesa”, dice María Boyanova y señala que se nota que los jóvenes se interesan en las antiguas tradiciones búlgaras. “Cada año acuden a nuestros talleres navideños madres que nos preguntan muy concretamente sobre la decoración que desean colocar en sus panes rituales”, termina diciendo María Boyanova.
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