El intérprete De Là Trâp atrajo la atención de los fans de la cultura hip-hop en Bulgaria en 2024. Solo en dos meses el proyecto conjunto denominado “333” junto con el rapero búlgaro 100 kilos recolectó un millón de visualizaciones en una de las redes de intercambio de videos. Detrás del nombre de De Là Trâp está Marin Marinov, un joven búlgaro que trabajó y se formó en EEUU. La pandemia de Covid-19 lo obligó a pensar más en sus familiares en Bulgaria y desde entonces pasa más tiempo en la patria.
Se orientó al hip-hop después de que pasó varios años en Miami, en Florida, donde conoció a famosos músicos norteamericanos. Antes de Miami vivió y estudió en Chicago. Se asentó allí con sus padres cuando todavía era niño y cuando cumplió 18 años de edad decidió que había llegado el momento de vivir solo. De estos años data el apodo De Là Trâp. Se lo dieron las personas con las cuales trabajó en Chicago y con el pasar de los años De Là Trâp se convirtió en algo mucho mayor que un apodo, dice Marin. “De Là Trâp significa emprendedurismo. He elegido este nombre, pero muchas personas pueden reconocerse en lo que hago y en las letras de las canciones que interpreto”, dice categórico el rapero.
“Nací en Sofía y cuando estaba en el segundo grado mis padres decidieron trasladarse a Chicago, prosigue Marin. Viví en Chicago hasta hace 8 años, después de lo cual me trasladé a Miami. Durante la pandemia, cuando las medidas en EEUU fueron extremadas, decidí regresar a Bulgaria para estar más cerca de mis abuelas y cuidar de ellas. Cuando era pequeño no tenía la oportunidad de estar con ellas y los pensamientos sobre mi patria no me han abandonado nunca. En EEUU estudié en un colegio, en la universidad, trabajé, pero algo no dejaba de atraerme a Bulgaria. Por esto trataba de regresar, añoraba la patria y la echaba de menos si pasaba más de un año sin haber estado allí. Desde hace cuatro años vivo más en Bulgaria que en los EEUU”.
A pesar de que es de Sofía, el lugar búlgaro deDe Là Trâp es Plovdiv. Allí está más cerca de sus abuelas y la ciudad lo atrae con su suave clima, el menor tráfico y su posición geográfica en el centro de Bulgaria desde donde las distancias a las grandes ciudades son casi iguales.
¿Cuál es la diferencia entre la vida en Bulgaria y en América? ¿EEUU sigue siendo el país de las posibilidades ilimitadas como lo era para nuestros padres? De Là Trâp responde así:
“La verdad es que las posibilidades dependen de la perspectiva de cada uno. En Bulgaria hay también oportunidades si uno ve las cosas desde otro ángulo y si es persistente. Desde luego, el horizonte en EEUU es mucho más alto ya que el mercado es mucho mayor. Es muy importante cómo uno concibe al mundo, cómo es su perspectiva. El sueño norteamericano era tener familia, una casa propia y trabajo que te dé seguridad. Hoy ya no es así. No hay trabajo que garantice seguridad ya que el tiempo es dinámico y ya desaparece la necesidad de una actividad cumplida por los humanos. Durante la pandemia de Covid-19 vimos que muchas profesiones perdieron su sentido y el sueño norteamericano se convirtió en una ilusión para muchos. He logrado ver muchas de las posibilidades de EEUU y estoy muy agradecido por ello. Cuando me trasladé de Chicago a Miami se abrieron grandes posibilidades para mí".
"Trabajé con equipos de computación, hardweare, criptomonedas, he trabajado en el ámbito de la publicidad, la mercadotecnia y las diversiones. Miami es un mundo distinto a todo lo demás. Allí uno ve las posibilidades ilimitadas, la vida lujosa, los coches caros. El propio hecho de que uno ve a personas que se pueden permitir esta vida cambia el modo de concebir al mundo. Abre los ojos y te muestra que esta vida es alcanzable".
Ahora De Là Trâp espera poder aplicar esta filosofía para la vida en Bulgaria y uno de los ámbitos en los cuales se desempeña ya es el hip-hop. Precisamente en Miami el búlgaro conoció a personas de la industria musical que lo inspiraron a continuar a trabajar en el mundo de la diversión.
De Là Trâp ambiciona crear una fundación internacional que ayude a personas ancianas que necesitan atención médica y que fomente el interés de búlgaros jóvenes hacia la aviación, la ingeniería y otras esferas para las cuales hace falta una preparación más costosa y especifica. Cree que así aportará al cambio positivo de su país.
“Una parte de la idea es que cuando mi música comience a generar mayores ingresos la mitad de los beneficios sean asignados a tales fines benéficos. No voy a cambiar a Bulgaria radicalmente con esto, pero me gustaría iniciar algo como un movimiento que convenza a las personas que podemos poner orden en nuestro país con fuerzas y medios propios. Esto no depende solamente del dinero. Dar un buen ejemplo, inspirar a una persona joven con tu trabajo o mostrar el bien de alguna manera es algo inapreciable”.
Fotos: Archivo personal
Versión al español de Hristina Táseva
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