El prócer de la ilustración es una personalidad muy especial en la historia búlgara ya que es portador de lo nuevo, señala el profesor asociado. Moris Fadel, doctor de las ciencias, director del Departamento de nueva bulgarística en la Nueva Universidad Búlgara. “Cuando los miembros de la sociedad siguen a esta persona ésta se convierte en prócer de la ilustración, explica él. Es un legado del cristianismo ya que una determinada persona asume el destino de todos los demás”. Esto sin duda presenta al prócer de la ilustración como una personalidad impresionante, que tiene una visión sobre el mundo muy clara y entiende qué es lo bueno para los demás o tal vez es una personalidad que ha logrado llegar a una catarsis en el cual el sistema de valores personal se transforma hasta un punto en el cual los altos valores morales son una prioridad”.
“El prócer debe compaginar las dos cosas en sí, subraya el profesor asociado Moris Fadel y explica: “Tenemos una idea un poco errónea sobre el prócer. Nos lo imaginamos como una persona infinitamente espiritual y orientada a unos antiguos ideales. Esto no es verdad. Los próceres de la ilustración del Renacimiento búlgaro eran personas que estaban al nivel de la época moderna. No trataban de restaurar ningunas tradiciones. Su deseo era orientarnos a la modernidad y a lo novedoso, sobre todo a Europa. Esta era la dirección del Renacimiento búlgaro: era proeuropeo. En nuestros tiempos, en gran medida sus ideales fueron cumplidos y esto es resultado de la obra de los próceres de la ilustración búlgaros”.
Hoy difícilmente podríamos imaginarnos no ser parte del mundo civilizado. Sin embargo, nuestra realidad podría ser más diferente si en la misión de los próceres no estuviera otra condición obligatoria: lograr a convencer a la sociedad que la idea que se le proponen es la perspectiva necesaria para una vida mejor, es decir “despertar” a los demás.
“El prócer piensa de manera crítica, se concibe a sí mismo y al mundo, e insta a los demás que piensan de esta manera”, subraya el profesor asociado Fadel y agrega:
“Él no es un ideólogo. No levanta pancartas y no insta con “clichés patrióticos”, lo cuales sería sumamente peligroso. El prócer no es populista ya que el populista repite las fantasías de la sociedad. El prócer de la ilustración no es así. Los próceres en la historia búlgara parecían solitarios, aislados y emigrantes. Pero su soledad era más bien en el plano exterior, mientras que en el interior la personalidad estaba completamente vinculada con la sociedad, el pueblo y la patria”.
El prócer de la ilustración nace cuando la historia personal choca contra un problema social y gracias a esto se forma una idea de cómo debe ser el futuro y qué es lo que hace falta hacer en esta dirección”, señala Moris Fadel.
“Ya hay búlgaros por todo el mundo. Esto es así ya que desde hace siglos el sueño de los búlgaros era ser ciudadanos del mundo. Jóvenes búlgaros se abren camino en las instituciones europeas que un día se convertirán en parte de Bulgaria ya que el país no es solo una noción geográfica, sino que tiene fundamento espiritual y de una comunidad. Algunos de los estudiantes actuales serán los próceres de la ilustración nacional del mañana”.
Fotos: BGNES, Archivo personal
Versión al epañol de Hristina Táseva
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