Krum Mladenov vive en el pueblo noroccidental de Slivovik, donde divide su tiempo entre los animales y la banda de música "Medenyatsy". Durante los días laborables es un granjero dedicado, con más de 400 vacas, ovejas y cabras, pero cuando llegan las festividades, dirige la banda de música, que tiene profundas raíces en su región natal.
"Para hacer música, uno tiene que estar relajado, tiene que ser capaz de relajar el alma", afirma. "Sin embargo, en la agricultura, las cosas están sometidas a una tensión y un estrés constantes, porque falta gente. Te comprometes a tocar en una boda, por ejemplo, y no puedes decir en el último momento: 'Oye, hoy se han escapado las vacas'. Tienes que encontrar la fuerza para hacer frente a ambos problemas, cueste lo que cueste. A veces me agobio, pero no puedo renunciar a ninguno de los dos."
Krum comenzó a cultivar la tierra en 1992, tras salir del cuartel. Su inicio coincidió con el desmantelamiento de la Granja Cooperativa de Trabajadores, de donde recuperó algunos animales. Primero estableció un rebaño de vacas; luego, a través del programa "Joven Agricultor", crió cerca de 300 cabras, y finalmente se dedicó a la cría de ovejas. Actualmente, como todos los agricultores, está terminando de segar, recoger y empacar para asegurarse el heno para la temporada de invierno.
"Tenemos nuestra propia tierra", dice Krum Mladenov. "Parte de nuestra tierra cultivable está arrendada, porque si intentas hacerlo todo, acabas por no hacer nada: no puedes dedicarte a la agricultura y a la ganadería al mismo tiempo. Producimos parte del forraje aquí en nuestra granja, pero la mayor parte la obtenemos como alquiler".
El ganadero afirma que quienes se dedican al sector enfrentan varios problemas, entre ellos la falta de mano de obra y la insuficiencia de pastos municipales. Para sobrevivir, se ven obligados a cerrar el ciclo de producción.
"Estamos intentando procesar parte de la producción", añade Krum Mladenov en una entrevista con BNR-Vidin. "Recientemente, nos hemos registrado para la venta directa de leche fresca desde la granja, y vamos a solicitar una normativa que nos permita el procesado primario de queso y leche. El problema, sin embargo, no es la venta, sino el bajo precio: para mí, es como un regalo, ya que los precios no son normales y no veo cómo podremos sobrevivir en los próximos años".
En la temporada actual, ninguna empresa de la región compra leche de oveja, afirma Krum Mladenov. Sin embargo, para recibir su subvención a final de año, los ganaderos deben demostrar que han producido lo necesario. Por eso, ya se han puesto a la venta varios rebaños.
"Si esto es política de Estado...", continúa el granjero. "Llamamos y nos dicen: 'Estamos esperando órdenes de Sofía'. Eso no suena normal, ¿verdad? Por un lado, el Estado finge tener una política agrícola correcta, que supuestamente apoya a los pequeños productores, ya que nos tratan como tales, pero por otro lado, de facto, nos empuja hacia la economía gris. Creo que somos los últimos mohicanos que quedan, luchando contra molinos de viento, y no sé cuánto tiempo podremos resistir".
¿Podrían ser las ayudas de la UE una solución a la difícil situación de los ganaderos? Aunque suenen tentadoras, las ayudas de los programas de la UE están resultando ser un camino espinoso para quienes trabajan en la ganadería, según Krum Mladenov.
"No quiero sonar demasiado pesimista, pero no solicitaré más programas", afirma tajante. "La burocracia es terrible, matadora, abrumadora".
Una persona que no siente ni ama a los animales difícilmente puede obtener resultados en este sector, opina el ganadero del noroeste búlgaro. Es como en la música: necesitas que el amor fluya por tu propia alma.
Texto: Diana Tsankova (basado en una entrevista de Yordanka Gerasimova de BNR-Vidin)
Traducido y publicado por Borislav TodorovFotos: Archivo personal
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