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Teodora Dimova para Radio Bulgaria:

"La conversación sobre el pasado comunista es cada vez más necesaria para proteger a nuestros hijos"

Si no contamos los destinos de las víctimas, éstas caen en olvido y cometemos una segunda traición contra estas personas

Foto: BGNES


Bulgaria sigue siendo el único país europeo que no tiene un memorial a las víctimas de los regímenes totalitarios. Este vergonzoso hecho que ha marcado la sociedad búlgara como una llaga que no sana durante años fue recordado el 1 de junio del presente, cuando cientos de personas se reunieron en la isla de Persín para rendir homenaje a las personas torturadas en el campo de concentración de Belene que no renunciaron a sus ideales.
El día de homenaje la escritora Teodora Dimova, cuyas novelas Los fulminados y No les conozco examinan el pasado no muy lejano y las heridas que ha dejado hasta hoy en día a causa de los crímenes no castigados y la tergiversada verdad, instó en su mensaje que por fin leamos esta página de la historia para hacer frente a los demonios del odio, la agresión, la avaricia, el cinismo, la indiferencia y la apatía.
“Durante casi 30 años se hacen intentos de que los edificios en la segunda sección, la principal en el campo de concentración de Bélene, sean convertidos en un memorial donde se pueda homenajear a las víctimas independientemente de la época del año como es en Alemania, Polonia y otros países, cuenta Teodora Dimova. Hay obstáculos administrativos que se superan mediante los esfuerzos personales de correligionarios y fundaciones que desean conservar la memoria. Estoy segura que algún día alcanzarán sus objetivos, pero por otro lado me duele ver los reportajes que cuentan de la restauración de los mosaicos y los cuadros en el monumento comunista de Buzludzha. La escritora explica la negligencia respecto a la memoria de las victimas con la política general durante la transición en Bulgaria.

 "Bulgaria es el único país del campo socialista que no fue decomunizado, continúa ella. Hemos omitido hacer la decomunización en todos los niveles y todos tenemos la culpa por ello. El péndulo se fue al otro extremo: en sentimientos nostálgicos y en la glorificación del pasado”.
¿Sin embargo, por qué Bulgaria optó por un camino distinto, apenas abriendo la puerta hacia este pasado? ¿Por qué no había una energía civil suficiente que condujera a la condena de los crímenes y de los culpables para estos delitos y limpiar el camino hacia un futuro más diferente? ¿Y si esto hubiera sucedido, tal vez hoy no miraríamos con indiferencia la nueva porción de espías del pasado en las listas electorales y no contaríamos con nostalgia absurdos del tiempo comunista?
“La energía civil, el consenso en la sociedad de los años 90 del siglo XX fueron desperdiciados y desaparecieron, responde la escritora. Tal vez hemos omitido contar del futuro de la manera correcta. Todo esto encontró buen suelo en Bulgaria porque las noticias falsas se difunden rápidamente y se aceptan por las personas. Se sabe que Bulgaria es centro de la propaganda rusa y que ésta incide de manera muy fuerte en la vida social del país, sobre todo después del comienzo de la guerra en Ucrania, todos somos testigos de esta desinformación”.

El comportamiento pasivo de los intelectuales, de las personas que influyen en la vida social también fomenta la propaganda y la difusión de noticias falsas en Bulgaria. Teodora Dimova cita como ejemplo el londinense Royal Court Theatre donde ha hecho una especialización:
“Allí reaccionan a la menor turbulencia en la sociedad mediante el teatro y la literatura que ayudan a las personas a darse cuenta de qué se trata. En Bulgaria tenemos el llamado proceso de asimilación de los turcos étnicos, tenemos una dura herencia, pero son muy pocos los libros y las películas que cuentan de este periodo. Parece que existe un tipo de miedo: no hablemos del pasado, debemos mirar hacia el futuro. Pero el futuro está estrechamente ligado al pasado y si esta herida social no sana, no podemos seguir adelante a la velocidad que nos gustaría”. 
Lamentablemente, el pasado totalitario no está presentado de una manera suficiente en los manuales, afirma Teodora Dimova. La escritora está convencida de que hace falta una conversación urgente sobre el pasado para superar el desplome en la sociedad, sobre todo ahora, cuando la guerra se libra tan cerca de Bulgaria. ¿En qué idioma debe ser mantenido este diálogo para ser escuchado sobre el telón de fondo de la agresión, la ignorancia, y la grosera jerga que escuchamos por todas partes?

“No tenemos ningunos otros medios salvo las palabras, dice categórica Teodora Dimova. Conocemos su poder, esperamos que sea una conversación tranquila sin insultos, sin ira, sin ganas de venganza. Deseamos contar de estos destinos, de estas personas, de esta maldad ya que permitiendo que la memoria se pierda lo que hacemos es cometer una segunda traición , un tipo de asesinato espiritual de las víctimas. 
A pesar del tiempo periodo, Teodora Dimova dice que debemos tener esperanza a pesar de que algún día seamos nosotros las personas que deberán pagar el precio de las oportunidades perdidas.
“Es posible que las próximas generaciones paguen la omisión de la cual estamos responsables nosotros, agrega ella. Estamos obligados a hablar y a no sucumbir ante la sigilosa propaganda que reza: “miremos al futuro, no al pasado”, una de las malezas y las consecuencias a largo plazo de este régimen. Estamos obligados a hacer o que nos toca hacer”.



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