Hoy la Iglesia Ortodoxa venera a los santos Constantino y Elena, venerados como isoapóstoles ya que igual que los apóstoes difundían la doctrina de Cristo. San Constantino fue emperador de Bizancio en el siglo IV y fue reconocido por haber introducido oficialmente la religión cristiana en Bizancio. Su madre, Elena, descubrió la cruz en la que fue crucificado el Salvador, y además construyó varios monasterios en las Tierras Santas. Este descubrimiento se considera uno de los eventos más significativos en la historia de la Iglesia cristiana, y tanto el emperador Constantino como su madre Elena fueron canonizados como santos. Según su biografía, San Constantino aún no había sido bautizado cuando comenzó a preocuparse por el bienestar de la Iglesia, lo que resalta aún más la grandeza de su mérito, afirma el Patriarcado búlgaro.

En Bulgaria, el Día de los Santos Constantino y Elena se asocia con el rito practicado por los nestinar, que combina tradiciones cristianas y paganas en una misma fiesta.