El exceso de turismo provocado por el auge sin precedentes de los viajes desde el final de la pandemia, ha hecho que la gente busque alternativas al concepto convencional de vacaciones. Se observa, sobre todo entre las generaciones más jóvenes, un “empacho” de los típicos viajes a ciudades europeas famosas o de las clásicas vacaciones en la playa o en la montaña. Por este motivo ha aumentado la tendencia a buscar destinos desconocidos y nuevas emociones, a ser posible con elementos de sorpresa o de adrenalina. Estos viajeros ya no se refieren a sí mismos como a “turistas” - ellos son “aventureros”. Su deseo de sumergirse en un entorno radicalmente desconocido, de estar en contacto con la naturaleza o de buscar voluntariamente diferentes retos por superar, se ha convertido en la base de una nueva industria que está ganando impulso en Bulgaria. "Los mayores aficionados al turismo alternativo son los visitantes del Reino Unido, Francia, los Países Bajos, Bélgica y la República Checa, aunque los búlgaros ya han empezado a optar también por experiencias menos convencionales", afirma Eleonora Yosifova, presidenta de la Asociación Búlgara de Turismo Alternativo, y añade:
"Observar la fauna salvaje es algo habitual para mí y para otros tantos, pero sigue siendo algo exótico para muchos búlgaros. Por lo demás, Bulgaria ofrece experiencias así en abundancia. Por ejemplo, la observación de aves, diferentes tipos libélulas, plantas raras o cualquier tipo de animales salvajes. Tenemos muy buenos expertos en estas áreas, que organizan cada vez más grupos para salidas en la montaña y en regiones de Bulgaria que destacan por sus particulares especies protegidas. Hay gente, por ejemplo, que se puede llegar a dedicar un día entero a fotografiar un pelícano. Así que creo que, en este sentido, tenemos muchas cosas que ofrecer tanto a los viajeros búlgaros como a los extranjeros".
Por ejemplo, si a uno le gusta el llamado turismo apícola, su destino es claramente el pueblo de Kosharitsa, en la localidad costera de Nesebar, donde encontramos a un productor local de miel que recibe a los turistas en su granja privada. Allí los viajeros pueden visitar el Museo de la Abeja y asomarse al microcosmos de las colmenas. Podrán volar en globo sobre las rocas de Belogradchik o sobre la presa de Koprinka. O bien, sumergirse en lo desconocido apuntándose a los ya populares viajes "secretos" que les llevarán a los rincones más recónditos de Bulgaria.
Y en lugar de alojarse en un hotel normal y corriente o una pensión, ¿por qué no optar por pasar la noche en una antigua yurta búlgara, en la casa de barro de los Picapiedra o en la aldea de cabañas de los duendes del bosque? Las alternativas para sentirse más cerca de la naturaleza no dejan de multiplicarse. Y es que, este tipo de vacaciones están relacionadas con muchas experiencias positivas, y el “trend” de los últimos tiempos se inclina hacia las emociones fuertes… con unos ciertos tintes “macabros”. Es el llamado “dark tourism”. Un emblema de este tipo de viajes en Bulgaria es, por ejemplo, el platillo volante de Buzludzha, que atrae cada año a cientos de partidarios del turismo oscuro.
“Hay una tendencia a redescubrir los vestigios socialistas. El pico Buzludzha encabeza la lista de lugares así”, cuenta Eleonora Yosifova. “Por ejemplo, en una exposición en España, a la que asistí hace poco, la gente se quedó muy impresionada por Buzludzha y no paraba de preguntarme: "¿Dónde se encuentra este lugar? ¡Quiero ir allí!". El interés por estos viajes lo muestran personas que no vivieron la época del socialismo o que viven en un país donde no existen edificios y ruinas como los de aquí. Otros tienen predilección por las experiencias ocultas, como las visitas nocturnas a dados lugares para admirarlos en la oscuridad. Hay gente que quiere, por ejemplo, visitar de noche las fábricas búlgaras abandonadas y así añadir a sus viajes un cierto subidón de adrenalina. Y también los hay que quieren visitar cementerios, y descubrir allí las diferencias culturales entre su país y el nuestro", dice en conclusión Eleonora Yosifova.
Autor: Veneta Nikolova
Versión en español: Alena Markova
Fotos: Asociación Búlgara del Turismo Alternativo, Ayuntamiento de Belogradchik
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