A principios de febrero está previsto que el Parlamento Europeo adopte una decisión clave de cara al uso de las llamadas nuevas técnicas genómicas (NTG) en la creación de nuevas variedades vegetales. El proyecto de reglamento prevé la supresión de todos los controles de seguridad para alrededor del 94% de las nuevas plantas genéticamente modificadas que actualmente siguen en proceso de desarrollo en laboratorio para obtener patentes. Según los expertos, esto prácticamente se contradice con uno de los principios básicos de seguridad de la comunidad que hasta ahora ha estado protegida frente al uso de cultivos transgénicos a través de una estricta normativa. El tema de las nuevas técnicas genómicas ha dividido las opiniones de los expertos en Bulgaria, mientras que a nivel estatal el país mantiene una posición neutral en los debates europeos.
"Europa era como un oasis entre el resto de continentes donde sólo se permitían determinadas variedades de híbridos, tras pasar un control muy riguroso para comprobar si tenían efectos nocivos para el medio ambiente y para la agricultura", señala en una entrevista para Radio Bulgaria la ingeniera Svetla Nikolova, de la asociación "Agrolink" (miembro de la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Ecológica IFOAM) que lleva trabajando desde 1999 por fomentar el desarrollo de la agricultura ecológica en Bulgaria.
La directiva actual permite a cada Estado miembro tomar sus propias decisiones dentro del marco de la ley general. “La nueva normativa, sin embargo, será vinculante”, advirtió la ingeniera Nikolova, y subrayó que las decisiones a partir de aquí, se tomarán a nivel centralizado. Esto significa que las autoridades europeas no tendrán en cuenta los intereses económicos de cada Estado miembro, ni lo que quieren los ciudadanos de los países concretos.
"En Bulgaria el 90% de la gente no quiere productos transgénicos, y en Alemania y Francia, tampoco. Pero la Comisión Europea no tiene en cuenta ni la opinión de la gente, ni la de los científicos independientes, ni tampoco la de los agricultores. Después de que, en diciembre del año pasado, el Consejo de Ministros no consiguiera llegar a un consenso y la mayoría cualificada no pudiera reunir los votos suficientes, el proyecto fue dejado de lado para su posterior debate. Bajo la nueva presidencia belga, el 1 de enero comenzaron las consultas a los grupos de trabajo agrarios y ya desde la primera reunión quedó claro que había muchos puntos conflictivos. También había muchas preguntas que la Comisión Europea no podía responder. Como consecuencia, se suspendieron las reuniones y se tomó una decisión a nivel político. Los comisarios europeos empezaron una ronda de visitas a los Estados miembros, y comenzaron a presionar a los gobiernos prometiendo que las nuevas técnicas genómicas no se patentarían. Sin embargo, la oficina de patentes se encuentra fuera de la jurisdicción de la Comisión Europea y estas promesas son poco o nada realistas, e irrespetuosas con las personas que conocen las leyes".
Las propias técnicas fueron creadas hace 12 años y consisten en la edición genética de las plantas - pero nadie ha demostrado hasta el momento que sean inofensivas. Al mismo tiempo, el actual proyecto de reglamento prevé que se introduzcan en el medio ambiente sin estar controladas mediante un etiquetado claro. "Están patentadas, hay 1600 solicitudes para ellas, ni siquiera se han producido a nivel de laboratorio, pero ya pretenden introducirlas en la agricultura", destaca Svetla Nikolova. Existe el peligro real de que los agricultores sean condenados por utilizar semillas patentadas sin tener ellos mismos conocimiento alguno de que lo estaban, a la hora de comprarlas. Los pequeños productores no podrán permitirse los costes de un abogado y se retirarán, quedando de este modo excluidos del mercado para que sólo permanezcan los grandes productores.
En 2019, el Tribunal de Europa dictaminó que una vez haya un cambio en el gen, la planta ya pasa a ser un “organismo modificado genéticamente”, es decir, un transgénico. "En la selección natural, no hay modificaciones en los genes de las plantas. Si hay una edición de genes, entonces hablamos de un transgénico", explica la ingeniera Nikolova:
"Lo que nos vuelve a prometer la Comisión Europea, es que en siete años, si se aprueba este reglamento, se realizarán estudios y será determinado si hay efectos secundarios, incluidos los negativos. Hemos solicitado una consulta al Ministro de Agricultura búlgaro, en virtud de la Ley de Acceso a la Información Pública, preguntando quién se haría responsable si ocurriera algo durante este periodo de prueba. Anteriormente, en el comité de transgénicos del Ministerio de Medio Ambiente, nadie pudo responderme a preguntas sobre cómo se prevé que sea controlado por ejemplo el viento, y cómo se controlarían las abejas u otros insectos que polinizan las plantas, de manera que no vuelen hacia los campos vecinos y transfieran genes de transgénicos a otras plantas. Nadie tiene una respuesta para eso y nadie ha desarrollado un sistema de coexistencia entre los transgénicos y los cultivos puros - y es porque no hay forma de que eso ocurra".
Según la ingeniera Nikolova, detrás de este reglamento están los grupos de presión de cuatro gigantes comerciales que controlan el 70% del mercado de semillas en todo el mundo. Algunos de ellos son productores de preparados y productos químicos como el glifosato (desarrollado para la eliminación de hierbas y arbustos, N. del T.) y también de medicamentos. "Esto significa básicamente el control sobre toda la cadena alimentaria y sobre la propia tierra, y también, sobre las personas", advierte Nikolova. "No olvidemos que la alimentación está ligada al patrimonio, a la tradición, a la historia… ¿Por qué no puede Bulgaria seguir el ejemplo de Austria, que apuesta por la calidad y donde los pequeños productores pueden ofrecer directamente sus productos?".
Miles de ciudadanos y varias organizaciones que no están directamente relacionadas con la agricultura, se han unido a la campaña de Agrolink para defender la agricultura búlgara frente a las nuevas técnicas genómicas. Actualmente, también está puesta en marcha una demanda donde la gente puede expresar abiertamente su opinión de que Bulgaria debe seguir siendo una zona libre de transgénicos.
Autor: Darina Grigorova
Versión en español: Alena Markova
Fotos: Pixabay, Darina Grigorova, BGNES
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