En tiempos de conflictos militares, familias separadas, casas destruidas y un vago futuro regresamos atrás en el tiempo para evocar momentos del pasado. Hace exactamente 104 años, después del término de la Primera Guerra Mundial, en virtud del Tratado de Neuilly de 1919 Bulgaria perdió 1 545 kilómetros cuadrados de tierras que le pertenecían históricamente sin haber participado en un combate. Entre el 6 y el 8 de noviembre de 1920 las tropas serbias ocuparon las regiones de Tsaribrod, Bosilegrad y Strumitsa. Veinticinco aldeas y parte del territorio de las ciudades búlgaras Tran y Kula fueron fragmentados por la llamada “frontera negra” quedando en el territorio de la actual Serbia. De hecho fueron separadas casas, patrios, prados, pozos, fuentes de agua, cementerios, iglesias, carreteras, familias. Fueron destruidos 64 509 destinos humanos. En memoria de los sucesos de hace un siglo el 8 de noviembre ha sido declarado Día de las Zonas Extremo-Occidentales.
Hoy en día en Serbia hay 12 918 personas que se autodefinen como búlgaros, según los datos del censo del año 2022.
Ha sido recorrido un largo camino y hay muchas dificultades que dominan el día a día de las personas allí. Lo seguro es que el espíritu búlgaro está vivo. La música tradicional búlgara suena en los corazones de los búlgaros de las zonas extremo-occidentales y habla en su idioma hasta hoy en día. Hemos podido convencernos de ello hace solo unos días, cuando la Orquesta Folclórica de Tsaribrod (Dimitrovgrad) ofreció su primer concierto en Sofía en el estudio número uno de esta casa por invitación de Radio Nacional de Bulgaria.
Integran la orquesta aficionados que dedican su tiempo libre a la música folclórica y urbana de Bulgaria y de Serbia.
“Alexander Vasov y yo somos amigos muy próximos y cuando decidimos fundar la orquesta nuestra idea era conservar y homenajear los valores, las tradiciones y la cultura de la minoría búlgara e interpretar música urbana que ya ha caído en el olvido”, cuenta en exclusiva para Radio Bulgaria Dragoliub Peychev, guitarrista de la orquesta y director de sonido en el Centro de Radio y Televisión en Tsaribrod.
“Las zonas extremo-occidentales afrontan momentos difíciles pero en el momento en que comenzamos a tocar el espíritu nacional se despierta y esto es una gran inspiración para nosotros, agrega Alexander Vasov que toca la flauta pastoril kaval y la tambura, que en Serbia es conocida como bisernitsa. Se desempeña como médico veterinario y es propietario de una granja.
Define como una riqueza la posibilidad de estar en contacto con el arte tradicional de distintos países balcánicos pero se niega categóricamente a autocalificarse como una persona de la minoría en Serbia.
“No me gusta decir que soy parte de una minoría porque no me siento separado de mi nación. Somos un puñado de personas en el patio ajeno pero pertenecemos al nación búlgara”, reconoce él.
La fecha 8 de noviembre lleva en sí el dolor del pasado que está vivo hasta hoy en día en las zonas extremo-occidentales.
“Para mí esta fecha es el triste recuerdo de una separación, continúa Dragoliub. Cuando la frontera fue trazada fueron separadas familias, casas, patios. Nadie lo quería pero esto sucedió. Me siento búlgaro. Es otro tema en qué parte de la frontera vivo. Este día debe ser respetado y nunca debe ser olvidado. Las personas deben recordar los tiempos pasados, darse cuenta quiénes y conservar su conciencia búlgara”.
Defender la conciencia búlgara en las zonas extremo occidentales sigue siendo una tarea difícil sobre el telón de fondo de la despoblación cada vez más palmaria de los dos centros búlgaros allí: Bosilegrad y Tsaribrod. Por la falta de un sustento estable nuestros compatriotas abandonan la región en busca de un futuro mejor. Cada día casi 1000 personas viajan a Sofía, Godech, Dragomán y otras ciudades en Bulgaria donde trabajan, mientras que los jóvenes se van, dice Dragoliub. Por esta razón la esperanza escasea más y más cuando piensa en el futuro.
“Tal vez este sea el destino de las pequeñas poblaciones en proximidad a la frontera. No creo que la situación mejore pero sí lo deseo”.
Alexander Vasov espera que se facilite el paso de la frontera para los búlgaros de las zonas fronterizas para que se propicien los contactos entre los dos pueblos. Hasta que la política dé resultado, la música sigue siendo el idioma más fácil de entender tanto por los serbios como por los búlgaros.
Versión al español de Hristina Táseva
Fotos: Emisora regional de BNR en Vidin, archivo, BNR, BGNES
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