“Al revisar la historia de la SBP, revisamos también la evolución de la literatura búlgara en su totalidad”, explica en una entrevista para Radio Bulgaria el actual presidente de la asociación, Boyán Ánguelov - escritor, filólogo, filósofo, periodista y personalidad de la vida pública.
“La nuestra es la primera organización literaria de escritores en Europa. Se fundó tras la primera catástrofe nacional, causada por la Segunda Guerra Balcánica, de 1913, que terminaba con las tropas rumanas a sólo unos diez kilómetros de Sofía, y con los antiguos aliados de Bulgaria que estaban dispuestos a desmembrarla y destruirla. El tratado de paz que fue firmado en el mes de julio del mismo año en Bucarest, salvó a Bulgaria. Y los jóvenes soldados que regresaron del frente - escritores y periodistas - decidieron crear esta unión para proteger el espíritu búlgaro y las fronteras espirituales del país. El grupo de jóvenes preparó y envió una carta dirigida a los escritores más prominentes del país en aquel entonces: Iván Vazov, el profesor Iván Shishmanov y Antón Strashimirov, entre otros, y les invitaron a entrar a formar parte de su asociación, como miembros de honor de la Unión de Escritores Búlgaros. Así fue como, el 8 de septiembre de 1913, se celebró una reunión de inauguración donde los grandes escritores búlgaros Elín Pelín, Yordán Yovkov y Peyo Yávorov se convirtieron en algunos de los fundadores de la unión. Iván Andréychin fue elegido presidente: un talentoso poeta búlgaro, que cursó sus estudios en Francia y que emigró a Suiza durante la Segunda Guerra Mundial, a causa de sus convicciones pacifistas.”
Uno de los mayores logros de la asociación en aquel momento fue conseguir que a sus miembros les fuese permitido, por parte del Ministerio Militar, trabajar como corresponsales para revistas bélicas y desempeñar labores en las comisarías militares. Esta fue la salvación de muchos escritores búlgaros. Bien es sabido que, por ejemplo, Yordán Yovkov, fue corresponsal de guerra y precisamente en esa época escribió unos relatos maravillosos que han quedado para la posteridad, en la historia de la literatura búlgara y la europea”.
“La historia de la SPB tiene varias caras: ha tenido momentos dramáticos, otros anecdóticos, e incluso cómicos”, cuenta Boyán Ánguelov, y describe un curioso caso de los tiempos en que el maestro del relato corto, el “cantor del pueblo búlgaro”, Elín Pelín, era presidente de la Unión:
“Cuando, en el año 1920, Elín Pelín se convirtió en presidente de la SBP, él ya era muy buen amigo de Alexander Balabanov, otro miembro de la unión. Pero Alexander Balabanov se permitió la indiscreción de lanzar ciertos epigramas dirigidos a varias escritoras búlgaras, a lo que la Junta Directiva de la unión reaccionó en defensa de las escritoras y tomó la decisión de expulsar a Balabanov. En nombre de la amistad que les unía, Elín Pelín también abandonó la asociación a pesar de que no estaba de acuerdo con los actos de su amigo. Todos esto no impidió que más tarde, en 1940, Elín Pelín fuese elegido nuevamente como de presidente.
En el año 1944, durante los mayores bombardeos sobre la ciudad de Sofía, arriesgando su propia vida, Elín Pelín cruzaba el centro de la ciudad para llegar a la casa-museo del escritor Iván Vazov, y salvar la vasija de vidrio donde se guardaba el corazón del gran escritor. Era esta una muestra de camaradería y de respeto, de un discípulo a su mentor, un sentimiento que continúa uniendo hasta la actualidad, a los miembros de la SBP”
Y, ¿cuál es, hoy en día, la aportación más significativa de esta asociación?
Según las palabras de su presidente actual, Boyán Ánguelov, la aspiración de estas uniones artísticas, es la de cuidar de sus participantes: defender sus derechos, ofrecerles apoyo y ayuda de cara al desarrollo laboral y la búsqueda de trabajo, y ser también apoyo en situaciones sociales, si lo necesitan.
“Una buena parte de los artistas se quedan fuera de las instituciones e institutos científicos, lo que condena a muchos de ellos a una existencia humillante. Lo peor es que el Estado no encuentra una forma viable de apoyar a las asociaciones de creadores, así como tampoco la encuentra para ayudar a los propios artistas. Aun así, yo soy optimista, y estoy convencido de que es posible dar con un mecanismo adecuado, que funcione. No está bien que personas, que han estado durante años creando contenido artístico de valor, se vayan de este mundo amargadas, ofendidas o viviendo en unas condiciones miserables”.
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