Dicen que el mejor tabaco de Bulgaria se producía en los montes Ródope orientales, justo en la localidad de Árdino. Aquel tabaco era de las variedades orientales más aromáticas y se cultivaba principalmente para exportar al extranjero. Era un tabaco muy solicitado por las grandes tabacaleras del mundo, y por magnates del tabaco como lo era Phillip Morris. Esta casi bicentenaria tradición tabacalera búlgara, hoy está a punto de entrar a formar parte de la historia. Desde hace ya casi una década, la actividad principal de Árdino se ha orientado a otras áreas y los campos de tabaco han desaparecido.

Los habitantes locales, sin embargo, siguen contando historias de antaño, relativas al cultivo de tabaco, unas historias que nunca se repetirán. Por ejemplo, cuentan cómo la venta de la cosecha de tabaco de una única estación, le permitía al productor, en aquel entonces, comprarse una vivienda en la gran ciudad. "El tabaco para nosotros era sinónimo de"libertad"", comparte uno de los habitantes de Árdino. Según sus palabras, las personas antes decidían por su cuenta cuánto sembrar y cuánto recolectar, al final de cada año.

La ciudad tiene todos los motivos para sentirse orgullosa de su historia. Ya en los comienzos del siglo XX, la localidad de Árdino se había convertido en una de las zonas más importantes de la región de Xánthi, del norte de Grecia. A principios de siglo, allí ya existían dos grandes almacenes para el procesado del tabaco y, más adelante, a partir del año 1944, se construiría una gran fábrica. "Hay datos que señalan que la localidad de Árdino ocupaba el primer puesto en producción de tabaco en toda la región de Kárdzhali. Estos datos serán expuestos también en el museo", explica Taner Chorbanov, curador del Museo Municipal de Árdino:

"El cultivo de tabaco era un trabajo muy esclavo. La gente se levantaba de madrugada para ir al campo y recolectar las hojas. Cuando el sol ya era demasiado fuerte, todos volvían a casa - pero no para descansar, sino para hilar las hojas de tabaco recolectadas. Los dedos acababan tan negros del alquitrán que era imposible lavarlos. Hasta hace 10 años, no había familia por aquí que no cultivase tabaco ".

Este llegó a tierras búlgaras de la mano de los habitantes locales, que habían estado trabajando en los almacenes de tabaco en Xánthi. Ellos trajeron las primeras semillas de tabaco a su ciudad natal pero lo hicieron a escondidas, ya que a principios del siglo XIX, en el Imperio Otomano, estaba prohibido cultivar tabaco por los musulmanes.

Por eso lo cultivaban principalmente los griegos. Pero los trabajadores búlgaros, pasando por el monte Ródope, a la vuelta, llevaban los bolsillos llenos de semillas …y así el tabaco llegó a Bulgaria. Entonces, se descubrió que aquí las condiciones eran de lo más beneficiosas para su producción. Aunque los campos de cultivo eran pequeños y discontinuos, la tierra en sí era muy adecuada. Así, empezó el cultivo en masa de variedades orientales y, más adelante, también la variedad "Krumovgrad".

"Antes de crear el museo, estuvimos investigando y recorriendo varios pueblos de la localidad de Krumovgrad, donde se cultiva tabaco. Y también visitamos los pueblos cercanos que se dedicaban a la industria tabacalera hace tiempo", nos cuenta Taner Chobakov:

Desde que aparecieron las primeras noticias en los medios de comunicación acerca del museo, ya hay mucha gente que nos ha llamado - la mayoría, investigadores del mundo del tabaco en las tierras búlgaras, pero también productores regulares. Todos ellos mostraron muy buena disposición y se prestaron para venir y ayudar. Por eso, confío en que el Museo del Tabaco de Árdino se convertirá muy pronto en una de las colecciones museísticas más atractivas de Bulgaria”.

Versión en español: Alena Markova

Fotos: Museo Municipal de Ardino