La idea de crear un museo para conservar la historia de Bulgaria entusiasmó a las mentes y los corazones de destacados renacentistas búlgaros incluso antes de la Liberación (1878). Se hizo realidad en 1892, cuando se creó el Museo Popular en Sofía. En 1906, se dividió en dos partes independientes: el Museo Arqueológico y el Museo Etnográfico Popular, que posteriormente fue nombrado Museo Etnográfico Nacional. Su primer director fue el padre de la etnografía búlgara, Dimitar Marinov.
A lo largo de muchos años, destacados especialistas eruditos han construido el Museo Nacional siguiendo el modelo de los museos de Europa Occidental. Gracias a sus esfuerzos, se ha logrado reunir una amplia colección, considerada una de las más variadas de los Balcanes. La exposición "130 años del Museo Nacional" narra la historia de los objetos de estas colecciones, entrelazándolos con las biografías de las personas encargadas de investigar, coleccionar y presentarlos.
"La exposición está dedicada a los fundadores del Museo", explica la Dra. Iglika Mishkova, cuya idea ha dado vida a esta impresionante exposición. Los visitantes tendrán la oportunidad de conocer más a fondo a las personas que han vinculado su trayectoria personal y profesional con la labor del museo. Hemos intentado ir más allá de nuestros predecesores, quienes se enfocaban principalmente en la recopilación y representación de los búlgaros y la población ortodoxa. En esta ocasión, hemos decidido incluir a las diversas comunidades que residen en el país, así como una modesta colección de objetos extranjeros".
La exposición ofrece una nueva visión "detrás de las bambalinas" del trabajo del museo, destacando a los distinguidos investigadores y personalidades públicas que han laborado en éste a lo largo de los años. Entre ellos se encuentran destacados representantes de la intelectualidad búlgara, escritores, poetas, compositores y artistas.
Sus esfuerzos en la investigación y recolección de objetos para el museo después de la Segunda Guerra Mundial son dignos de reconocimiento. El 30 de marzo de 1944, Sofía sufrió el peor bombardeo de su historia, y el edificio del Museo Etnográfico Nacional también resultó destruido. Los objetos de la exposición, el archivo y la biblioteca se perdieron irremediablemente, pero algunas de las colecciones fueron salvadas.
El entonces director, el etnógrafo Hristo Vakarelski, asumió la responsabilidad de restaurar el patrimonio cultural destruido. Se adquirieron granos y materiales de fábrica listos para usar, los cuales los etnógrafos cargaban en camiones y emprendían viajes a través de las aldeas para recolectar artículos destinados a las futuras colecciones del museo. Intercambiaban trigo, telas, calcetines y otros productos por trajes, manteles y alfombras.
Los profesores y artistas afiliados al Museo Etnográfico Nacional también desempeñaron un papel fundamental:
Después de la guerra, todos los artistas regresaron al museo y se inscribieron en un curso especial dirigido por Hristo Vakarelski. Luego, se dirigieron al terreno para documentar fenómenos culturales en diversas partes del país. Cada objeto del museo fue pintado por ellos en fabulosas obras de acuarela, como "pasaportes" de los artefactos adquiridos. Estos pasaportes fueron completados por los etnógrafos y sellados con el sello personal del director, explica la doctora Mishkova en una entrevista a Radio Bulgaria.
Los visitantes de la exposición tendrán la oportunidad de conocer 130 historias personales, leer relatos curiosos sobre todas estas personas escritos por sus contemporáneos, así como los propios relatos de los protagonistas, lo que les permitirá adentrarse un poco más en sus vidas personales y en su existencia.
En 1954, el Museo Nacional de Etnografía se instaló en el Palacio Real de Sofía, uno de los edificios más antiguos e interesantes de la capital. Hasta el día de hoy, el Museo se encuentra en el ala este del Palacio, donde se ubicaban los dormitorios, los salones de recepción y los despachos privados de la familia real. Los colaboradores del museo continúan conservando los objetos y buscando la forma más atractiva de presentarlos al público.
Fotos: Desislava Semkovska
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