Más de 40 escuelas dominicales búlgaras en el extranjero llevan el nombre de los fundadores del alfabeto eslavo (glagolítico), los hermanos Cirilo y Metodio. El 11 de mayo, día en que la Iglesia Ortodoxa Búlgara venera a los santos hermanos Cirilo y Metodio, visitamos una escuela búlgara en la ciudad de La Haya, la capital administrativa de Países Bajos. Allí, al igual que en las demás escuelas de las que los Santos Hermanos Cirilo y Metodio son patrones, los niños conocen la historia y el legado de estos dos hermanos y asisten con orgullo a clases de lengua, historia y geografía búlgaras.
La historia de este centro búlgaro comenzó en 2006, cuando fue fundado con la ayuda y el apoyo de padres patriotas. Inicialmente, la escuela se encontraba en la ciudad holandesa de Leiden.
"Todo comenzó como una organización de padres voluntarios que deseaban que sus hijos aprendieran búlgaro y se sumergieran en todo lo relacionado con Bulgaria", nos cuenta Martin Petrov, ex miembro del consejo escolar. Algunos de los padres enseñaban lengua búlgara e historia, pero ninguno de ellos recibía remuneración.
Desde septiembre de 2018, todos los sábados, los niños estudian en La Haya utilizando las instalaciones de un edificio escolar local. "En este momento, tenemos un total de 158 alumnos", afirma la directora Radostina Sharenkova, y añade:
"En las escuelas neerlandesas e internacionales de aquí, hay un enfoque diferente de la enseñanza: se centra principalmente en el juego como forma de aprendizaje. Por eso, no se enfatiza tanto en copiar o aprender de memoria, sino que intentamos aprender jugando o realizando actividades prácticas", explica la directora. Además, añade que esto supone un gran desafío para los profesores debido al entorno multilingüe y las formas en que deben impartir las clases. En algunas de nuestras clases, contamos con padres que comparten información relacionada con su profesión, sus actividades favoritas o su ciudad natal en Bulgaria. Por ejemplo, una de las madres es instructora de yoga, a otra le encanta cocinar, y otra nos habló sobre las montañas Ródope y sus impresionantes vistas. También intentamos aconsejar a los niños sobre dónde y cómo pasar sus vacaciones cuando regresen a Bulgaria".
No obstante, uno de los principales desafíos de la escuela dominical es lograr que los niños formen una comunidad cohesionada y solidaria. ¿Cómo se logra esto?
"Lo que une a los búlgaros en el extranjero es la nostalgia; a través de ella se pueden encontrar más cosas en común entre las personas que, a primera vista, no tienen mucho en común entre sí", explica Martin. Sin embargo, es cierto que los niños son muy diferentes. Algunos de ellos asocian toda su existencia consciente hasta ahora con Bulgaria y provienen de allí. Otros asocian principalmente a nuestro país con las vacaciones de verano, los abuelos y el mar. Sus ideas son mucho más idealistas. Por eso, nuestra escuela intenta organizar todo tipo de actividades extracurriculares, como cursos de danza folclórica, talleres para elaborar diferentes productos y promover el respeto por las tradiciones y las costumbres relacionadas con Bulgaria.
Versión al español de Borislav Todorov
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