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La falta de transporte público y asistencia médica condena las aldeas búlgaras

Foto: BGNES

Encontrarse a unos cuantos kilómetros de la más próxima ciudad, pero estar aislado al mundo. De este modo se sienten los habitantes de algunas pequeñas poblaciones que viven marginados por la falta de transporte público.

En la aldea de Bosilkovo, en la región de Burgás, viven unas 60 personas, la mayoría de ellas de edad avanzada. Hace ya un año que allí no hay un autobús que circule entre las distintas aldeas de la región y los vecinos de Bosilkovo cuentan con que el destino se apiade de ellos, porque no tienen ni un médico, ni enfermera, ni siquiera una farmacia. La salvación para ellos es una persona benevolente que los lleve en su coche.

“No tenemos ninguna conexión con el mundo, no tenemos autobús, se queja la suplente del alcalde Albena Momcheva. Cada uno se las arregla por su cuenta”.

Si tienen que trasladarse a la ciudad de Burgás, los aldeanos deben caminar 3 kilómetros para llegar a la más próxima estación ferroviaria en la aldea de Vedrovo. Salen de sus casas antes del amanecer, porque el tren parte a las 09.00 horas. Para utilizar los servicios de un médico y para comprar medicamentos deben viajar a la ciudad de Karnobat, que está a 19 kilómetros de su aldea. El único “privilegio” que tienen los vecinos de esta aldea es la tienda de alimentos.

En el municipio vecino de Karnobat no hay aldeas donde no circulen autobuses municipales, pero éstos no viajan con regularidad a determinados lugares. En la última licitación para elegir a una empresa de transporte participó solo una compañía. El limitado número de los pasajeros y los altos gastos de los transportistas condenan el transporte público en las poblaciones donde hay viven pocos habitantes. 

El alcalde, Gueorgui Dimitrov, afirma, categórico, que todos los ciudadanos tienen el derecho a servicios de transporte para poder atender sus necesidades diarias.

“Tenemos 30 poblaciones, pero las líneas de transporte resultan poco rentables porque muchas veces aparte del chofer viajan dos o tres pasajeros, dice él. En este sentido el comportamiento de las empresas de transporte es comprensible, porque el combustible es caro y las empresas deben cubrir sus gastos. Por otro lado, sin embargo, los ciudadanos deben tener la posibilidad de ir a la ciudad al menos una vez por semana para comprar medicamentos o productos que escasean en la aldea”.


La situación es similar también en otros municipios, sobre todo en los que tienen un territorio extenso y están alejados de las grandes ciudades. Allí las empresas de transporte casi no se muestran interesadas en desarrollar sus actividades y los ciudadanos pueden utilizar el autobús dos o tres veces por semana o no tienen transporte público en absoluto. Los ocupados del sector manifiestan que podrán operar en las pequeñas aldeas solo si el Estado les ayuda con subsidios.

“Espero que el Estado se dé cuenta de que es el órgano que debe garantizar el transporte de todos los ciudadanos independientemente del lugar donde vivan, cuenta Rumen Jristov, director de la más importante empresa privada de transporte en la región de Burgás. Durante el último año y medio el Estado volvió a asumir su compromiso social y en 2022 los subsidios para las pérdidas sufridas por las empresas de transporte fueron pagadas al 90%. Este es un paso muy significativo en la dirección correcta”.

Una paradoja cuyas consecuencias soportan los vecinos de otra aldea búlgara se da en la de Stomantsi, en la región de Kardzhali. Es la única aldea en Bulgaria que está dividida y se ubica en el territorio de dos municipios. Así se llega a casos curiosos, señala el alcalde Uzdzhan Ali: “La mitad de los vecinos de la aldea viven en el municipio de Dzhebel, la otra mitad está en Kirkovo. Hay familias que pagan impuestos para sus viviendas en los dos municipios”.

Mientras cuenta de las peripecias de la aldea el alcalde se encuentra con un pie en el territorio de Dzhebel y con el otro en el de Kirkovo.

A causa del caos administrativo, la aldea sigue ubicándose en el territorio de los dos municipios y hace casi 25 años que nadie puede asfaltar el camino hasta los caseríos en la periferia de la aldea. Por esto los vecinos del caserío Kos deben recorrer 15 kilómetros para llegar a la alcaldía, a pesar de que el camino directo es de apenas 2 kilómetros.

Adaptado por Diana Tsankova

Versión al español de Hristina Taseva

Fotos: google.com/maps


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