Cinco actrices con los rostros ensangrentados y congelados por dolor lanzan un grito de socorro en el centro de la capital, Sofía. Desempeñando el papel de víctimas, ellas inician la campaña #несисама, cuyo objetivo es combatir la violencia doméstica contra mujeres. Carteles con sus imágenes en primer plano y breves mensajes están expuestos en uno de los parques céntricos de Sofía para llegar a cada uno de nosotros porque los testigos indirectos de casos de violencia tienen la misma responsabilidad que los agresores y pueden salvar vidas humanas con sus acciones.
Resulta que Bulgaria es el único país en la UE que no tiene una estadística oficial de las víctimas de violencia doméstica. Al mismo tiempo este fenómeno se profundiza tanto en Bulgaria como por el resto del mundo. A pesar de esto el problema muchas veces se omite, nadie se entera y permanece en el seno de la familia. Por esto la campaña proactiva #несисама apunta no solo a motivar a las víctimas a buscar ayuda, sino a sensibilizar a la sociedad sobre este problema que tiene “muchas dimensiones”, en palabras de los organizadores.
“Es muy difícil mostrar el alma, porque la mayoría de las víctimas no se dan cuenta que son víctimas de un agresor o lo esconden por vergüenza, miedo o por la gran falta de comprensión por parte de los demás”, dice Antonia Doncheva-Donya. Es maquilladora de profesión y aplica en los rostros de las actrices Bilyana Gueorguieva, Daria Dimeonova, Desislava Bakardzhieva, Yoana Bukovska-Davidova y Silvia Petkova el estigma de la violencia detrás de las puertas cerradas.
“Una gran parte de la sociedad búlgara considera que la víctima tiene la culpa y que ha sido ella la que provocó al agresor, agrega ella. Se considera lo mismo para los hombres que sin víctimas y que “soportan” a sus mujeres. El problema es muy grave y las cosas no cambiarán hasta que no nos demos cuenta de que incluso un caso de violencia es inadmisible”.
En un gran número de los casos las personas que son testigos indirectos de violencia en sus casas, y que oyen los gritos y el llanto de las víctimas, no hacen nada por impedirla.
La burocracia y la manera en que las personas al otro lado de la línea telefónica reaccionan a la denuncia de la víctima provocan una nueva dosis de inseguridad y miedo en ésta.
“Imagínense la valentía que debe tener un menor o una mujer cuya vida está en riesgo real para hacer una llamada al teléfono 112, ha destacado Antonia Doncheva. Al otro lado de la línea comienza un interrogatorio y los funcionarios desean saber los apellidos, la dirección y si la víctima está segura de lo que dice. Se pierde mucho tiempo y así se genera el otro problema. Cuando la policía acude al domicilio la víctima ya se siente segura. Esto, sin embargo, no la protege, si después no deposita una denuncia en la policía. Nadie informa a las víctimas de que deben ir a la comisaría más cercana de la policía y que no es suficiente hacer una llamada al teléfono 112”.
Una gota de esperanza, un trozo de seguridad y una pizca de resolución: esto es lo que transmiten los positivos mensajes de los carteles exhibidos en el parque céntrico de Sofía. Si las víctimas los leen y se reconocen a sí mismas en las caras desfiguradas tal vez se darán cuenta de que:
“Lo temible no es escapar, sino quedarse con el agresor, mientras que la vida afuera es tan bella”.
“El mundo es mucho más grande que el puño que ves cada día. Puedes irte y vivir una vida tranquila con el mundo”.
“Él no cambiará y tú no puedes salvarlo, pero puedes salvarte a ti”.
Adaptado por Diana Tsankova
Versión al español de Hristina Táseva
Fotos: stolica.bg
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