Tras la negativa del Gobierno búlgaro a pagar en rublos por el combustible azul ruso, la decisión de Moscú de cortar las entregas no se hizo esperar. Esto ha colocado a Gabinete del primer ministro búlgaro, Kiril Petkov, ante una prueba sumamente ardua y de desenlace incierto.
Hasta el momento Bulgaria estaba consumiendo casi 3.000 millones de metros cúbicos de gas al año, un 90% de los cuales procedía de Rusia. En el esquema general de los usuarios más importantes de gas natural figuran las empresas de calefacción central y, sobre todo, la de Sofía, a la que corresponde casi un tercio del total de este combustible. Desde luego,, a finales de la temporada de calefacción la ausencia del gas no será percibida tan palpablemente por los hogares. Es más sustancial el problema relacionado con los tipos de producción que, a juicio de expertos, no podrán aguantar ni siquiera un mes la falta de gas.
El aumento del precio del gas natural acarreará un aumento de la tensión social, ha dado la voz de alarma Plamen Tonchev, presidente de la Agencia Estatal de Seguridad Nacional durante la sesión extraordinaria del Parlamento búlgaro, convocada para el pasado 4 de mayo por el corte de los suministros de gas natural por parte de Gazprom. Si no se consiguen oportunamente fuentes alternativas y os precios siguen desbocándose, se volverán especialmente sensibles los tipos de producción de régimen continuo. También va madurando la tensión entre los empresarios, que piden incrementar y prolongar la vigencia de las compensaciones abonadas por el Estado. Esto originará inexorablemente un aumento notable de la deuda externa en medio de un entorno de inflación galopante.
A esta etapa nadie es capaz de augurar hasta cuándo se prolongará esta crisis, cuánto costarán los suministros alternativos y cómo incidirá esta crisis en la inflación. Entrevistado por Radio Nacional de Bulgaria, Antón Petrov, presidente de la Asociación de la Industria Metalúrgica de Bulgaria, ha comentado que “no hay ninguna empresa en el mundo que sea capaz de resistir tal varapalo, de un aumento del 30%, 35% o 40% del precio del gas” en solo unos pocos días y sin un previo aviso:
“Actualmente estamos comprando un producto que no tiene un precio, y este precio se anunciará, eventualmente el día 10. ¿Habrá acaso una empresa que se pueda permitir este lujo: funcionar bajo tales condiciones? Pactar transacciones, ignorando cuánto le costarán la materia prima y la energía que consume. El mercado del gas en Bulgaria se basaba fundamentalmente en el gas ruso. Tenemos contratos anuales pactados con la compañía Bulgargaz y creíamos tener estabilidad y previsibilidad. Para una empresa importante no saber lo que cuestan la energía y la materia prima y no dejar de fabricar es algo nefasto, es la muerte. De repente, el 27 de abril nos enteramos de la suspensión de los suministros sin que hubiera una alternativa. El Gobierno, al parecer, ha resuelto que seamos nosotros quienes dejemos de pagar el gas. Somos muy pequeños y muy indefensos como para ocupar posiciones tan extremas. La economía búlgara es la más débil en toda Europa, no es capaz de aguantar tales cargas. Deberíamos, al menos,equipararnos a nuestra competencia europea, si es que queremos tener una economía. No hay tales precios para las empresas en Europa u esto bien se puede averiguar”, dice Antón Petrov.
¿Cuál sería la solución óptima?
“Bulgaria es un país exportador neto de corriente eléctrica y este asunto puede quedar resuelto con toda facilidad dentro de este país. El dinero que se dirige a las sociedades energéticas en forma de súper ganancias debería ahora, en medio de las actuales condiciones críticas, redistribuirse y ser devuelto a la industria para que ésta pueda funcionar en forma competitiva-dice Antón Petrov-. La fórmula que estamos sugiriendo es: un 75% para la industria y un 25% para estas sociedades. Este tipo de compensación retardará, en cierta medida, la inflación. Actualmente el dinero se está encauzando al sector de Energía, la industria no puede desarrollarse, algunas empresas van suspendiendo sus tipos de producción mientras la inflación sigue creciendo”.
“De momento, la alternativa trazada por el Gobierno búlgaro es que el país se surta de gas natural a través de la terminal de la isla griega de Revithoussa. Se trabaja asimismo en la construcción de la terminal de gas licuado en Alejandrópolis en la que Bulgaria posee el 20% del capital. No obstante ello, se espera que las entregas se vayan a encarecer en más de un 30%, puesto que la cantidad a través de Grecia no basta para satisfacer a demanda de Bulgaria y este país se verá forzado a comprar el gas a precios spot, que son bastante elevados”, señala Rumen Ovcharov, exministro de Energía, y agrega:
“Se conocen las facturas que la compañía Bulgargaz emplea para suministrar el gas natural en el mes de mayo, como también las cotizaciones de Duch TTF para el mes de abril, inferiores en 30 euros por megavatio/hora. Si esto lo hubiéramos transferido al precio, que es de 70 euros, el precio habría podido baja a hasta 50 euros. En vez de esta reducción lo que veremos obviamente es un alza de los precios en las entregas a través de Grecia y pagaremos más de 100 euros. El precio no podrá descender por debajo de los 90 euros ni siquiera al incorporársele el mix del gas azerí. El resultado, en la práctica, es que pagaremos casi el doble la diferencia en el precio que habremos de abonar, en comparación con la competencia que le hacen a la industria búlgara empresas que también utilizan el gas. Mientras, se han ido vaciando las existencias de gas en el depósito de Chiren en el invierno y la primavera de este año. Es un crimen contra la nación vaciar depósitos viendo que una guerra está a la vista o bien ha empezado ya “´
¿Qué consecuencias tendrá todo esto? Amén de un encarecimiento de los productos de primera necesidad, los expertos económicos alertan sobre quiebras de hospitales, establecimientos escolares infantiles y pequeños municipios. Habrá asimismo, inexorablemente, consecuencias para el ciudadano búlgaro de a pie, que incluso ahora apenas consigue sobrevivir.
Por Darina Grigórova, a base de entrevistas en Radio Nacional
Versión en español por Mijail Mijailov
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