La Iglesia Ortodoxa Búlgara celebra hoy la milagrosa resurrección de Lázaro que vivió en la ciudad de Betania, en las afueras de Jerusalén. Lázaro y sus hermanas Marta y María acogieron en varias ocasiones a Jesucristo en su casa. Una vez cuando el Salvador se encontraba en las tierras al otro lado del río Jordán Lázaro enfermó gravemente. Jesucristo sabía de su enfermedad pero intencionadamente tardó en regresar y cuando llegó a la casa todos ya lloraban la muerte de Lázaro. Marta y María le reprocharon de no haber prevenido su muerte y Él les respondió: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”.

El que crea en mí seguirá vivo incluso si muere”. Después se acercó a la tumba de su amigo Lázaro y lo llamó. Para gran sorpresa de todo el mundo Lázaro se levantó y salió caminando de la cueva en que habían enterrado su cuerpo.

La resurrección de Lázaro en realidad precede simbólicamente la resurrección del Redentor que celebraremos a finales de Semana Santa. El Día de san Lázaro es una fiesta móvil que se festeja el sábado que precede el Domingo de Ramos, Tsvetnitsa en búlgaro. Es predecesora de la primavera, el despertar de la naturaleza y el renacer de la vida nueva.

Este día la Iglesia Ortodoxa Búlgara conmemora al santo mártir Lázaro Búlgaro, que fue torturado y asesinado el 23 de abril de 1802.

En la tradición popular búlgara en la madrugada del Día de san Lázaro en las aldeas salen las lázarki, unas muchachas vestidas de trajes tradicionales que recorren las casas e interpretan distintos ritos formulando votos de amor, bodas, salud y fertilidad.