Tras haber comenzado a irse recuperando leve y tímidamente de la pandemia de coronavirus, ahora el sector turístico búlgaro se ve enfrentado a una situación aún más crítica: la guerra. Bulgaria colinda por el mar Negro con Ucrania y no hay manera de que este hecho no repercuta en la imagen del turismo búlgaro, opinan unánimes expertos del sector.
Sin embargo, no todos comparten los pronósticos de una caída en picado de las reservas turísticas y de una dramática temporada de verano. Hasta el momento los indicios que llegan desde el sector son dispares. En algunos de ellos se señalan retrasos y hasta cancelaciones de las reservas, pero en otros se asegura que no hay un cambio. Tras manifestar el ministro de Turismo, Jristo Pródanov, en los primeros días posteriores a la invasión, que “el turismo y la guerra son conceptos incompatibles”, ahora, un mes después, él se ha autodefinido como un “optimista moderado” de cara a la temporada de verano 2022.
Las esperanzas se vuelven a cifrar en los turistas búlgaros, llamados a salvar la temporada de verano, en la misma forma en que esto sucedió durante la crisis de coronavirus. Se apuesta asimismo por visitas de turistas procedentes de los vecinos países balcánicos pero también por la llegada de tales de Europa Occidental, quienes ni siquiera ahora han desistido de viajar a Bulgaria.
Pencho Petkov, dueño de un restaurante gourmet en el pueblo de Bulgarevo, en la costa del mar Negro, cree que en los próximos 2 a 3 meses sus colegas y él sufrirán con dureza el varapalo financiero de la invasión de Ucrania. Dice él:
“Esto tendrá un impacto increíble en los negocios turísticos en esta temporada. Estamos trabajando con operadores turísticos. Uno de ellos dice que todo irá O.K. y que en el verano habrá bastantes turistas, otros no dicen nada, se callan pues ignoran qué va a pasar. Es que ellos también registran un repliegue de los clientes y reservas mortecinas. Como estamos situados en el litoral norte del mar Negro y nos encontramos cerca de Rumanía, he podido oír decir a colegas míos que todo ya está reservado por los rumanos. El año pasado hubo en Bulgaria numerosos restaurantes que, por la crisis del coronavirus, decidieron no abrir para el verano. De repente, a mediados de julio, resultó que se había producido un aluvión de turistas y esos restauradores buscaron urgentemente personal para sus centros gastronómicos. Así que estamos ante una situación imprevisible”.
Antes de la crisis causada por la Covid-19, Rusia era un mercado prioritario para el turismo búlgaro. Sin embargo, los vuelos chárter en los que iba llegando un flujo constante de grupos organizados de turistas rusos, llevan ya tres años suspendidos por la pandemia. De manera que, en estos momentos, el haber perdido Bulgaria el mercado ruso no incidirá sustancialmente en el sector turístico búlgaro.
Burgás y a cercana isla “Santa Anastasia“ son dos de los lugares más concurridos en el litoral meridional del mar Negro búlgaro. Pavlín Dimitrov, administrador de la isla, asegura que ha mermado acentuadamente el número de los turistas de Rusia que llegan a la ciudad. ”Se han reorientado a la vecina Turquía y ya no apostamos por ellos”, dice Dimitrov y agrega que espera que en el verano 2022 vuelvan a los centros de veraneo búlgaros los turistas checos y eslovacos, entre otros representantes del “bloque oriental” de la UE:
“Concretamente en lo que se refiere a Burgás, debo decir que cifrábamos muchas esperanzas en los barcos de cruceros por el mar Negro. Estos programas también fueron comenzando a recuperarse paulatinamente tras desvanecerse el pico de la Ciovid-19.Sin embargo, en medio de la situación creada ahora, creo que vamos a perder a los turistas acaudalados que arribaban a nuestra ciudad a bordo de cruceros y yates. Hay que decir que, ahora, deberemos olvidarnos por completo del turismo de cruceros en los próximos años. Esperamos, en contrapartida, que los turistas búlgaros pueda compensar hasta cierto punto el reflujo y que no afrontemos situaciones críticas”, resume Pavlín Dimitrov.
Versión en español por Mijail Mijailov.
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