El siglo XXI no ha resultado ser lo que se esperaba que fuera. Nos imaginábamos un siglo de paz y concordia en el que el sentido común siempre iba a prevalecer. Sin embargo, en sólo un instante, el 24 de febrero de 2022, la vida de millones de personas quedó alterada radicalmente. Esto le ocurrió asimismo a Ruslán Matevosiuk, un estudiante universitario en Sofía nacido en Ucrania.
“Dios mío, es mejor que nunca jamás se experimente la sensación de una guerra. Es pavorosa”, ha exclamado Ruslán al reunirse con nosotros.
Él es natural de Berdiansk, una ciudad a orillas del mar de Azov, una de las localidades preferidas por los ucranianos para sus vacaciones de verano. Ruslán tiene ascendencia búlgara, su padre es búlgaro. Por esto Sofía acabó siendo la variante más lógica y óptima para Ruslán de continuar sus estudios. Actualmente está en el primer año de la carrera de Relaciones Económica Internacionales en la Universidad de Economía Nacional y Mundial:
“Llegué a Bulgaria el 1 de septiembre, rebosante de esperanza, vigor y optimismo. Se trataba de una página nueva de mi vida - dice Ruslán, recordando sus primeros días en Sofía-. Al comienzo sentía algo de miedo, pues no sabía cómo iba a vivir acá, si me las iba a arreglar, si podría aprender el idioma, pero me acostumbré con rapidez. Después de la tranquilidad de mi ciudad natal, me gustó el dinamismo de Sofía. Por la Covid-19, empero, comenzamos a estudiar a distancia. Regresé a Berdiansk para ahorrar recursos. Estuve allá hasta el 22 de febrero del año en curso, estaba estudiando en línea. Emprendí el viaje de retorno a Sofía cuando Rusia reconoció a las Repúblicas Populares de Lugansk y Donetsk. Mi familia y yo teníamos miedo a que comenzara un conflicto en el Donbás, que las fronteras acabaran bloqueadas y que yo no pudiera ir a Sofía para proseguir mis estudios”.
Dos días después Ruslán recibió por la mañana una llamada de su madre que, llorando, le comunicaba que en Berdiansk se oían explosiones y que la tensión iba aumentando:
“Aquello fue una conmoción para todo el mundo - sigue su narración Ruslán-. Hace sólo unas pocas semanas el único problema que teníamos era dónde íbamos a dar un paseo y qué íbamos a comer. Ahora el problema es dónde conseguir comida. Todo ha sufrido un cambio radical. Le gente anda temerosa. Es horrible tras acostarte a dormir, que te despierten las sirenas. Es terrible también cuando tienes a un familiar enfermo y los hospitales se niegan a ingresarlo. Esto es un horror".
La vida de Ruslán también ha cambiado. ”Cuando sabes que tus padres están bien, te pones a pesar en los problemas que tú tienes, pero ahora no dejo de pensar en mis padres”, dice Ruslán y describe el día a día de sus familiares en los siguientes términos:
“Tienen sus jornadas no especialmente activas, pues se quedan en casa y corren a los refugios anti bombas cuando es necesario. No salen afuera. Tienen qué comer, gracias a Dios. Nadie de mi familia ha podido irse, desgraciadamente. La situación vista desde fuera es pavorosa. Yo vivía con la ilusión de que todo sería tranquilo, que todas las guerras ya se habían quedado en el pasado. Ignoro qué va a pasar en lo sucesivo. No obstante, retornaré, más temprano que tarde, a mi ciudad natal para reunirme con mis familiares”.
Pese a los días duros que está afrontando Ruslán no se ha olvidado del hábito de sonreír y cree que todo se va a arreglar. Se siente agradecido por la asistencia y el apoyo que se le brindan aquí, en Bulgaria. Subraya que la sociedad búlgara tiene ánimos positivos frente a él y al resto de los ucranianos. ”Se nos acoge como a unos búlgaros más. Se lo agradecemos”.
Ruslán es el protagonista del primer episodio de la sucesión de videos de Radio Bulgaria, titulada La hora de platicar. Toda la confesión de Ruslán se puede visionar en el canal Youtube de Radio Nacional de Bulgaria. Con el botón de “subtítulos” en la plataforma se puede escoger la lengua para una traducción automática de la conversación con Ruslán.
Versión en español por Mijail Mijailov
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