El Cisne Negro es un dron revolucionario capaz de aterrizar en pistas cortas y no asfaltadas suministrando cargamentos desde y hasta rincones de difícil acceso de la Tierra, con gastos en estas operaciones inferiores en un 80 % a los que registran los aviones actuales.
Esta innovación búlgara, fruto de la labor de los hermanos Svilen y Konstantín Ránguelov, la presentaron sus autores a finales de 2021 en el Aeropuerto de Sofía. Mientras tanto el invento ha acaparado la atención dedos de las compañías más importantes en el mundo en actividades transportistas. Se los primeros vuelos comerciales del Cisne Negro comiencen a mediados de 2022, despegando de los aeropuertos de Lieja, en Bélgica, y Brescia, en Italia.
Svilen Ránguelov, uno de los autores, califica la pequeña avioneta no tripulada, con cierta dosis de ironía y una pizca de ternura, como una especie de camioneta volante repartidora de pasteles. El vehículo volante es fruto de los esfuerzos realizados durante siete años seguidos por su hermano y él en la compañía tecnológica emergente creada por ellos.
“Camioneta volante es la descripción escueta del uso del dron que, por lo demás, semeja mucho un avión convencional −dice Svilen, refiriéndose al fruto de su labor−. Simplemente falta una cabina de piloto, y la forma del aparato se encuentra mucho más optimizada. Cuenta con un fuselaje largo de 8 metros y dispone de un motor de hélice de 140 caballos de fuerza, montado en la parte anterior del fuselaje. Tiene dos alas de una envergadura total de 16 metros y diseño estándar de la cola. El aparato visualmente parece muy convencional”.
Lo de Cisne Negro es una metáfora relativa a acontecimientos impredecibles de gran impacto social o económico en el seno de la sociedad. Es precisamente éste el efecto que se espera que vaya surtir el mini avión búlgaro en el ámbito de la industria actual de transportación de cargas. ”Las innovaciones siempre acaban siendo muy costosas, y lo que hacemos aquí es que marcamos un hito con una innovación que es barata y accesible para la producción en masa”, explica Svilen.
El aparato es capaz de transportar un cargamento de 350 kilos de peso y trasladarlo a una distancia de hasta 2500 kilómetros. ”Por ejemplo, puede volar los 508 kilómetros de Sofía a Varna con un coste de 1 euro por cada kilo de cargamento y cubrir esta distancia en dos horas”, agrega Svilen, quien es economista de formación. Hizo estudios en el Colegio Estadounidense de Sofía, luego los culminó en EE.UU. Su hermano, Konstantín, es ingeniero aeroespacial. La idea sobre el inusual mini avión se gestó hace siete años en el transcurso de una conversación que mantenían los dos hermanos.
“Mi hermano residía en Países Bajos, había comenzado a trabajar en una compañía de ingeniería técnica de aviones y me comentó un día que echaba de menos el queso blanco en salmuera búlgaro. Me preguntó cuándo yo le iba a hacer una visita para llevarle algo de este producto. Algo fastidiado le contesté: ”No iré pronto a verte. Como eres un ingeniero, fabrica un dron y te envío el queso en él”.
Hoy, pasados siete años, el aparato diseñado por los dos hermanos va cambio de alterar por completo las nociones que solemos tener de los servicios transportistas. Recientemente uno de los líderes mundiales en logística anunció sus planes de adquirir 4000 unidades del dron transportista búlgaro, alentado por la idea de poder lograr los objetivos de la neutralidad de carbono hasta 2050. La razón es que en un vuelo del Cisne Negro búlgaro se segregan emisiones nocivas menores a las que se desprenden del suministro convencional por autobús, siendo igual el coste de las dos formas. Los hermanos Ránguelov esperan, entre tanto, que en un futuro próximo miles de millones de habitantes del planeta vayan a disfrutar de los beneficios que ofrece su aparato innovador.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: archivo personal
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