En el Parque Sur de Sofía, uno de los lugares de ocio preferidos por los capitalinos, se yergue solitario el campanario de la iglesia, todavía en construcción, dedicada al protomártir del cristianismo, el archidiácono san Esteban. La edificación, ideada como una basílica de cúpula en el crucero, de tres niveles, compuesta por el templo propiamente dicho, un centro parroquial y una cripta, fue congelada debido a una falta de recursos. Se prevé que acudan allí los habitantes de tres barrios de esta capital. Hace dieciséis años que ellos esperan poder recibir juntos allí las fiestas religiosas.
Pero se ven atendidos espiritualmente por una capilla acogida en el campanario de la basílica sin terminar. Está dedicada ésta a san Máximo Confesor y apenas caben en ella una veintena de personas, pero los fieles no pierden la esperanza y confían en que los trabajos de construcción continuarán. “No hay otra iglesia en cercanía a esta zona y esperamos que el próximo año nos llegue la alegría de ver terminado este grandioso templo en honor al protomártir cristiano”, indica el padre Iván Ivanov.
Sin embargo, Filip Vitanov, quien desde hace dos años oficia en la capilla como hipodiácono con el padre Iván, no esconde su amargura:
“Mi mayor dolor es que el templo consagrado a san Esteban, protomártir y archidiácono, está sin terminar desde hace más de quince años. El año pasado el Consejo de Fabriqueros y el arzobispado de Sofía recibieron del gobierno para finalizar la construcción medio millón de levas y yo animo a sus miembros a rendir cuentas, aclarando cuándo por fin concluirá la construcción de este hermoso templo”.
En las condiciones de la actual crisis y con la subida de los precios de los materiales de construcción, los medios concedidos que cubren apenas una onceava parte de la suma necesaria son sumamente insuficientes. A pesar de ello la parroquia crece con una necesidad de vida espiritual y de consuelo en los días de prueba.
“En un principio no había mucha gente y era muy difícil −recuerda el padre Iván− . Ahora, con cada día que pasa, con cada misa oficiada van llegando nuevas y nuevas personas y cobra vida una comunidad nueva. Desde hace cuatro años tenemos una escuela dominical infantil. En la fiesta patronal, el Día de san Esteban, ofrecen un programa – cantan y recitan poesías. Al finalizar el acto repartimos regalitos simbólicos para su alegría”.
Se encarga de los niños Snezhana Décheva, que procura enseñarles a encarar las dificultades y las lecciones de la vida con una sonrisa:
“Dios mediante nos reunimos con los niños de la parroquia. Hablamos de Dios, de la vida con Dios, aprendemos a comportarnos y a vivir de acuerdo a los preceptos divinos. Intentamos mantener despierta nuestra conciencia, para que todos sean tolerantes en el trato, para que amen y loen al Señor. Pretendemos enseñarles a ser agradecidos por todo. Por el bien y por el mal, por todo lo que nos da Dios, porque así aprendemos a ser juiciosos y a salvarnos. Dios se preocupa por nosotros”.
Parte de los muchachos en el templo son hipodiáconos que ayudan al sacerdote durante los oficios. En un momento determinado de la misa, relativo al camino al Calvario, los niños pasan al centro parroquial donde permanecen hasta finalizar ésta y se dedican a dibujar. El tema se define por la parábola del Evangelio que ellos escuchan en los altavoces.
Así los pequeños siguen participando en la misa y expresan sus vivencias en el papel. Cuando ella termina vuelven a subir donde los mayores para comulgar. Finalmente, enseñan sus dibujos a los mayores.
Versión en español por María Páchkova
Fotos: Darina Grigorova
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