Bulgaria es el único país de la Unión Europea que se ha visto incluido en la clasificación del foro internacional Gelato World Heritage de Roma, organizado por tercera vez por la Asociación Italiana de Heladeros (Associazione Italiana Gelatieri). En la prestigiosa selección de nuevos sabores ha descollado un helado búlgaro, a base de yogur producido en una granja biológica en las afueras del pintoresco pueblo de Rósino, situado en las faldas de la cordillera Balcánica.

El producto búlgaro se alzó con el premio especial de la Academia del Helado Artesanal Alberto Pica, que ostenta el nombre de Rey del Helado.

Los participantes en el foro fueron invitados a presentar un helado, basado en ingredientes locales tradicionales de su país de origen.

“El premio nos fue otorgado tras haberse mantenido durante varios meses un monitoreo de nuestra actividad. Nos lo han concedido por nuestra actuación integral como también por la transparencia en la labor relacionada con la tecnología y los ingredientes incorporados a nuestro helado −dice Mirela Yanákieva, directora de Desarrollo Empresarial de la granja−. Nuestra mayor ventaja reside en que somos nosotros quienes producimos las materias primas lácteas para el helado. Disponemos de una granja biológica y utilizamos, amén de los productos, la materia prima misma. Como no había manera de omitir en la presentación de Bulgaria su yogur tradicional, apostamos por el yogur a base de leche de búfala, que nosotros producimos, y por el arándano silvestre”.

En la elaboración del yogur de búfala se ha echado mano a la tecnología búlgara tradicional, basada en la fermentación impulsada por el lactobacillus bulgaricus, que tiene propiedades saludables y curativas indudables. El helado de la aldea búlgara provocó una auténtica exultación no sólo por las particularidades de su sabor sino también por su visión y su mensaje.

“No ha sido casual el que hayamos agregado al helado el arándano forestal silvestre −comenta Mirela−. Los arándanos los habíamos recogido en la orilla de una antigua calzada romana en las inmediaciones de la granja. Por ella habría transitado el rey de los hunos, Atila, de camino a Roma, a la que se proponía llegar a dominar. De modo que hemos insertado algo de simbolismo en nuestro producto al presentar el antiguo vínculo histórico que enlaza a Italia con Bulgaria. Por esto le hemos puesto e nuestro helado el nombre de Atila. Y, para poner la guinda, hemos vertido sobre el helado chocolate blanco al que hemos teñido de verde con productos naturales y así hemos presentado la biodiversidad, característica de nuestra granja y de toda la comarca”.

Además de haber procurado reproducir los tres colores de la enseña nacional búlgara, los autores del helado Atila lanzan un mensaje importante.

“Pretendemos que la gente reflexione sobre qué tipo de tesoros podrá dejar a las generaciones venideras. ¿Podrán esas generaciones disfrutar también de leche de búfalas, criadas al aire libre, y degustar un verdadero arándano silvestre?”, se pregunta Mirela Yanákieva.

En las inmediaciones de la granja biológica de Rósino están pastando sueltos setenta búfalos, representantes dignos de la raza Bulgaria Murrag Buffalo, en compañía de otras tantas vacas de la raza Jersey, que da poca leche que, en cambio tiene un grado muy alto de grasas. La granja se encuentra ubicada en pleno corazón del Valle de las Rosas, donde se cultiva también la famosa rosa oleaginosa búlgara de la variedad Damascena. Hace un par de años sus tecnólogos provocaron el auténtico júbilo de los extranjeros al presentar su helado elaborado a base de rosa búlgara.

“Hemos recibidos gran número de requerimientos, sobre todo de parte de los italianos relativos a nuestras recetas y tecnologías y así conseguimos otro tipo de promoción de la rosa búlgara”, concluye, orgullosa, Mirela Yanákieva.

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Versión en español por Mijail Mijailov

Fotos: Cortesía de la granja biológica