La madurez y la prosperidad de una sociedad se miden por el trato que da a las personas en situación desaventajada, a estos miembros vulnerables que afrontan los retos en su vida con dignidad y esperanza en el mañana. En una buena parte de los países europeos el empleo entre las personas de capacidad laboral disminuida es de un 60%. En Bulgaria este porcentaje es de apenas un 31% pero datos estadísticos ponen de relieve que en realidad las personas con discapacidad contratadas para trabajar oscilan entre un 10% y un 15%.
“Las personas con discapacidad no son diferentes, en nada, del resto de gentes,y,en numerosos casos, su estado físico no les impide actuar como unos óptimos emprendedores, hay un monto de ejemplos que lo avalan −dice Mincho Koralski, director ejecutivo de la Agencia para Personas con Discapacidades−. Los emprendedores son el motor de la sociedad al tratarse de la economía. Desde este punto de vista los compromisos del Estado son de extraordinaria importancia para propiciar condiciones favorables al desarrollo. No creo que la gente con discapacidad, sobre todo en el terreno del emprendimiento, estén formando un grupo especial que necesite un apoyo especial. Una persona que tiene un espíritu emprendedor y abriga una idea que pueda funcionar,no se sentirá impedida de llevarla a la práctica, en cualesquiera circunstancias, valiéndose asimismo de nuestros programas concretos dirigidos a personas con discapacidades. Cuando una persona discapacitada se pone personalmente a elaborar su proyecto, sin contratar a tal efecto empresas intermediarias, acabará viendo con mucha mayor claridad la realidad en medio de la cual habrá de trabajar. Por ejemplo, para montar una peluquería, uno tendrá que poner en el proyecto los gastos en concepto de alquiler, impuestos, luz, entre otros, es decir deberá ponderar él mismo si será capaz de sufragarlos por medio de sus ingresos. El negocio no es una promesa de vida fácil, implica numerosos compromisos y apuros para los que uno debe estar preparado ya desde el mismo comienzo”.
Los emprendedores sociales forman el eslabón de la cadena económica, que propicia la realización laboral de las personas de necesidades especiales y refuerza el equilibrio entre las consecución de objetivos sociales y otros, económicos. Es un ejemplo de proyecto exitoso de una oenegé, el cual desde 2017 hasta hoy sigue ofreciendo asistencia, por medio de una terapia laboral, a numerosos jóvenes con necesidades especiales, el del Centro de Empleo Protegido en el municipio de Bozhúrishte, localidad próxima a Sofía. Vio la luz basado en un proyecto de Milena Bóeva, titulado Huerto accesible a las personas con discapacidades, y está siendo desarrollado con el respaldo de la Agencia para Personas con Discapacidades. La propia fundadora de Centro resalta el papel importante del citado municipio, que no sólo ha ofrecido a estos jóvenes un campo para trabajar, sino también una ayuda material y un plan de desarrollo:
“El sentido a largo plazo reside en que estos jóvenes deben prepararse para saber valerse de sí mismos, ya que los padres no podrán secundarles durante toda su vida. Deben cultivar sus hábitos y saber trabajar de modo que puedan arreglárselas en el mañana. A los efectos de su trabajo hemos construido dos invernaderos, en uno de los cuales los cultivos se encuentran a cierta altura del suelo y así el mismo resulta adecuado para gente con dificultades en el aparato motor. Próximamente extenderemos el área en otros 200 metros cuadrados. En estas instalaciones, junto con los niños y los jóvenes que nos visitan, sembramos toda clase de hortalizas. Tenemos a esta gente contratada a jornada de 4 horas con rango de horticultor. Cobran por su trabajo la mitad del salario mínimo interprofesional. El contacto con la tierra, el hecho de que se estén desempeñando al aire libre y se sientan útiles e indispensables, resultan sumamente importantes tanto para estos jóvenes como para la sociedad. Los deseos con que acuden a trabajar, risueños y con posibilidades de aprender cosas nuevas, es algo que da sentido a mi labor y al trabajo de los voluntarios que vienen a vernos. La idea surgió en relación con mi pequeño hijo, que tiene necesidades especiales, y fui convirtiéndome en promotora del proyecto. Estuve trabajando 22 años en la administración de la Salud Pública pero, por este proyecto di un giro a 180 grados a mi vida y nunca me he arrepentido de haberlo hecho”, dice con convicción Milena Bóeva.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: BGNES, forkids2017.org
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