El 21 de noviembre, Día de la Presentación de la Virgen en el Templo, los búlgaros ortodoxos celebran asimismo el Día de la Familia Cristiana y de los Estudiantes Ortodoxos. Según manda la tradición ortodoxa, las familias acuden al templo para venerar juntos la presentación en el templo de María, la futura madre de Dios, cuando tenía tres años de edad. La fiesta de la Familia Cristiana y de los Estudiantes Ortodoxos fue constituida por la Iglesia Ortodoxa Búlgara en el año 1929 para recordarles a los padres sus obligaciones espirituales para con sus hijos.

Casi un siglo después, a los templos búlgaros siguen yendo jóvenes familias que velan por las tradiciones ortodoxas. Una de estas familias es la de Silvia y Asparuj Tsvetanov, de Sofía, que han logrado afrontar los retos del mundo moderno gracias a su fe en Dios.

“Creo que en este trance tan duro, cuando muchas personas enferman, sufren y mueren, la familia ortodoxa confía únicamente en Dios. La fe da fuerza, ímpetu para hacer frente a las dificultades y la posibilidad de sentirnos tranquilos ante las adversidades que nos depara el tiempo. Solo con Dios en la mente podemos sentirnos tranquilos en los momentos difíciles. El miedo desaparece allí donde haya fe. No obstante de la época en que vive la familia cristiana, ésta educa a sus hijos en obrar bien, mostrarse caritativos, atenerse a las virtudes cristianas y sentir compasión por el prójimo.

“Las relaciones en la familia cristiana basadas en el amor de Dios instruyen a los niños en mostrarse compasivos en el trato con las personas y con los animales”, agrega Asparuj.

Los niños criados en una familia cristiana firme son los más difíciles de manipular, la familia cristiana es apta de educar a menores que no renuncian de los valores eternos”.

Martín Ralchevski, autor de literatura ortodoxa contemporánea y padre de tres hijos, señala por su parte que instruir a los niños en las tradiciones de la fe desde su más tierna infancia dará sus frutos a una etapa posterior de sus vidas. “La confesión, la comunión y la presencia en las misas, así como las conversaciones con los sacerdotes ortodoxos revisten gran importancia, dice él. Los niños forjan un modo de pensar crítico y observan con cautela las tendencias modernas que contradicen los mandamientos de Dios”, subraya el escritor.

A pesar de esto, en un mundo en que prima lo material parece que los valores familiares quedan en segundo plano y un número cada vez menor de personas contraen matrimonio:

“A mi juicio, en el 90-95% de los casos los hombres tienen la culpa de ello, señala Martín Ralchevski. Casi cualquier mujer que ama a su hombre aceptaría la propuesta de boda si se le formula. El problema reside en los recelos del hombre moderno, que es débil, acomplejado y que duda de sus posibilidades. La convivencia sin matrimonio no ha sido bendecida por la Iglesia y por esto contradice la fe y los mandamientos de Dios. La familia cristiana debe contraer matrimonio por la Iglesia e ir forjando su futuro de allí en adelante”.

Desde hace años en Bulgaria nacen cada vez menos niños. En opinión de Martín Ralchevski, las causas de ello son materiales.

“Los padres desean dar más y más a sus hijos. Creen que no basta con darles vida, como era en épocas pasadas cuando los niños se concebían como una bendición de Dios, sino que tratan de asegurarles más y más bienes materiales. Así caen en la trampa de sus miedos. Yo mismo he tenido que resolver este dilema. Precisamente en esto radica la fe en Dios: no tener miedo por el futuro, sino encomendarlo en manos de Dios”.

Versión al español de Hristina Táseva