“Los viajes culinarios les ayudan a los turistas a tener más conocimientos sobre el país al ver y saborear comidas típicas en cualquier rincón de Bulgaria y asomarse a sus encantos no sólo con el corazón sino también con el paladar”.
Quien así lo asegura es Ekaterina Terzieva, creadora de una plataforma popular de promoción del turismo gastronómico y enológico. ”La gente viene a buscar algo distinto, no simplemente participar en un recorrido geográfico sino ir teniendo vivencias”, dice categórica Ekaterina. Asegura que en sus grupos de turistas hay siempre gente del extranjero y por esto las charlas informativas que se les ofrecen transcurren tanto en búlgaro como en inglés.
¿Cuáles son las regiones de Bulgaria más interesantes desde el punto de vista culinario? Llegar a dar una respuesta exhaustiva llevaría días. ”Pongamos por ejemplo a la región noroeste de Bulgaria. Se ofrecen en ella los platos únicos en su género de los torlakos, y entre estos manjares descuella el llamado “bel muzh”, o sea “hombre blanco”. Se elabora con queso blanco de oveja, vaca o cabra sin salar, se fríe y se le añade harina”.
Y ¿qué se puede decir de la porción oriental de la Montaña Ródope?
“Al realizar nuestro recorrido por la ruta del sésamo y la tahina en esta región montañosa, nos topamos con productores de tahina de solera y degustamos platos tradicionales para la región. Entre ellos está el pastel de hojaldre, en el que se hace un relleno de queso blanco y se espolvorea de sésamo. Se suele asar en una loza de barro cocido. También se prepara otro pastel de hojaldre en cuya elaboración abunda la mantequilla, y se espolvorea con sésamo. Hacemos asimismo la cata de vinos de élite de la región”, dice Ekaterina Terzieva.
Mientras van recorriendo lugares recónditos de la montaña Strandzha, en el sureste de Bulgaria, los turistas pueden degustar un embutido famoso en Bulgaria, llamado “Abuelo del Strandzha”. Es un embutido elaborado de carne de cerdo bien desmenuzada y adobada con condimentos naturales. Se elaboran allá asimismo los llamados pasteles de hojaldre rellenos de col. Se preparan con diferentes tipos de hortalizas de hojas verdes de espinaca, acedera, rumex y tallos de remolacha roja, señala Ekaterina Terzieva. A la zona de la montaña Strandzha se le conoce además, por su miel de maná, con denominación de origen registrada en conformidad con los esquemas de calidad de la UE. No obstante, lo que despierta el máximo interés son los platos exóticos en que se han combinado en forma no tradicional los sabores y aromas de la naturaleza búlgara:
“Uno de los platos más exóticos con los que me he topado es de la zona de la montaña fronteriza de Belasitsa, en el suroeste de Bulgaria, en la que crecen los castañares más viejos del país, de árboles viejos de 300 a 500 años -dice Ekaterina Terzieva-. Fue ahí donde me topé por primera vez con el llamado “rakarnik”, o plato a base de arroz y cangrejos de río. Estos cangrejos los pescan los lugareños en los barrancos de los ríos. Otro manjar curioso es el guiso llamado “loone”. Se elabora con las hojitas verdes nuevas, más tiernas, de las calabazas. Los “niños envueltos” en esa comarca, se envuelven no con las familiares hojas de la vid o de col sino con las hojas jóvenes de una planta llamada “butima” o “vinoboi”, Phytolacca Americana. En el pasado sus ramitas, negras en otoño,se utilizaban para colorear el vino de la variedad de uva “Pamid”, explica Ekaterina Terzieva.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: cortesía de Slowtours.bg
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