Posee el garbo de una diosa africana, la valentía de una amazona de Dahomey, la mirada sobria al mundo y la avidez de aprender más de la mujer búlgara y una sonrisa que brilla con la luz de los primeros rayos del sol: así es Claire Theodora Apovo, de Benín. Este año ha llegado a la patria de su madre para matricularse como estudiante de primer curso en la Universidad de Blagóevgrad en la carrera de Administración y Sistemas de Información. La madre de Claire Theodora es búlgara y su padre es beninés, se conocieron mientras él cursaba estudios superiores en la capital búlgara, Sofía. Teodora nació y se crió en Benín, pero visitaba a menudo a sus familiares en Bulgaria.
“Comencé a estudiar el búlgaro a los tres años de edad −cuenta Claire Theodora−. Lo aprendí de manera espontánea, comunicándome con mi familia en Bulgaria durante las vacaciones de verano. Cometo errores, me es un poco difícil porque algunas palabras me faltan, pero ya he comenzado a estudiar el idioma con un objetivo concreto, ya que me hará falta para escribir. Conozco más o menos las letras y puedo leer lentamente en cirílico, pero me resulta difícil escribir”.
En un país lejano, donde los búlgaros se cuentan con los dedos de una mano, donde no hay embajada ni centro cultural búlgaros, los padres de la muchacha lograron educarla con amor hacia el idioma y todo lo búlgaro.
¿Saben algo los habitantes de Benín sobre Bulgaria?
“Ellos saben que en la capital económica de Benín, Cotonú, hay una intersección donde está colocada la estatua de Gueorgui Dimitrov (líder comunista búlgaro) −dice Claire Theodora−. Esta intersección se llama El Lugar de Bulgaria. En Benín, cuando me preguntan de dónde procedo, respondo que soy de Bulgaria y todos creen que tengo algo que ver con dicha intersección. Entonces les explico que Bulgaria es un país en Europa y les cuento sobre él”.
Después de haber vacilado sobre dónde estudiar, si en Francia o en Bulgaria, Claire Theodora optó por este país.
“Al principio no sabía a dónde encaminarme, pero pensé bien y me di cuenta ае que Bulgaria es el lugar donde tengo familia y que no conozco lo suficientemente bien. Es decir, regreso a casa, pero no del todo”, explica la joven.
Teodora aprovecha la oportunidad de recorrer y conocer distintos parajes de Bulgaria, como el monasterio de Troyán, la cueva Prójodna con el fenómeno natural Los Ojos de Dios, Varna y el mar Negro, la aldea de Yasen (que la cautivó por su atmósfera) y Pleven, la ciudad de origen de su madre. Valora la calidad de la vida de la cual los búlgaros solemos quejarnos muy a menudo. A la pregunta de cuál es su lugar favorito de Bulgaria y el que más le agrada, Claire Theodora responde sin vacilar:
“Mi lugar favorito es la cascada en el centro de Pleven. Me gusta el rumor tranquilizante del agua que cae y las vistas, sobre todo de noche, cuando hay luces de diferentes colores”.
Claire Theodora pronto conocerá la ciudad de Blagóevgrad donde estudiará y donde espera encontrar muchos amigos nuevos. El tiempo mostrará si se quedará en Bulgaria.
“He tomado la decisión de venir aquí en el último momento. De la misma manera, cuando terminen mis estudios, vendrá la decisión dónde continuará mi desarrollo”, concluye diciendo Claire Theodora.
Versión en español por Hristina Táseva
Fotos: archivo personal, frwiki.org, arhivo
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