Cada vez mayor número de compañías a nivel mundial hacen experimentos implantando una semana laboral de cuatro jornadas. Se trata, sin embargo, sólo de los pasos iniciales y aún queda mucho trecho hasta el momento en que ella se pueda convertir en medidas generalizada.
”Si nos retrotraemos en el tiempo comprobaremos que haca sólo un siglo y se hablaba del impacto del paso de una semana laboral de siete días a otra de seis −dice Iván Neykov, exministro de Trabajo y Política Social y actual director del Instituto Balcánico de Trabajo y Política Social−. Tuvieron que pasar otros cincuenta o sesenta años para adoptar la semana laboral de cinco días y tal vez se va aproximando el momento, si es que han pasado los obligatorios cincuenta a sesenta años, para poner sobre el tapete y ponderar sobriamente la semana laboral de cuatro días que, de momento, es más bien algo exótico”.
Entre los lados positivos de la idea están los fines de semana de 3 días, la reducción de los gastos comunales en las oficinas y los hechos en transporte público, café y almuerzo, el menor número de bajas por enfermedad a cargo del empleador, pero, ante todo, la motivación de las plantillas de dar lo mejor de sí.
“Los resultados son alentadores −reconoce Iván Neykov− . El grueso de las empresas que hayan experimentado en este sentido aseguran que sus empleados andan muy motivados y registran buenos resultados. Por otra parte, el mercado no suele reaccionar de modo positivo cuando el objeto de actividad de una compañía es la prestación de servicios y se expresa que estos servicios le hacen falta cinco y no cuatro días a la semana”.
Según el experto, la semana laboral de 4 días es aplicable en determinados sectores, por ejemplo en las compañías de asesoría y software, con la condición imprescindible de que la productividad del trabajo aumente un 20%, como mínimo. Al igual que cualquier otra cosa, esta semana también presenta lados negativos.
”La idea suena muy tentadora. En la cabeza de la mayoría de los trabajadores va anidando la idea de que cobrarán lo mismo que cobran por una semana laboral de cinco días −prosigue Iván Neykov− . Lo que pasa es que esto no es obligatorio y que el sueldo puede ser reducido. Cabe asimismo la posibilidad de que la semana laboral de días pueda significar renunciar a la jornada de 8 horas para aumentar su duración. En cualquier caso, con una semana laboral de cuatro días los trabajadores deberán ejercer un trabajo más intenso. Además, no se toma en cuenta el hecho de que se dispararán los gastos hogareños de los trabajadores y sus aparatos de calefacción habrán de funcionar a tope un día más”.
A diferencia de las compañías extranjeras, que aplican diferentes modelos híbridos de trabajo, las búlgaras siguen con reservas frente a la idea de una semana laboral de cuatro días. No obstante, Iván Neykov supone que en Bulgaria, más temprano que tarde, aparecerán empleadores que contemplen para la semana de duración reducida en la oficina un mayor número de ventajas puesto que, incluso ahora, la legislación búlgara se encuentra adaptada a una flexibilidad en el régimen laboral.
“La primera conclusión es que no se puede hablar todavía de una práctica masiva en la adopción de una semana laboral de cuatro días, y, la segunda es que hay necesidad de mayor número de experimentos piloto para que se proceda a un análisis”, agrega el experto.
Iván Neykov estima que la semana laboral de cuatro días será un hecho consumado en Bulgaria dentro de al menos cinco años. ”Resulta prematuro considerar esto como una organización masiva y efectiva de los horarios de trabajo”, concluye diciendo el experto.
Versión en español por Mijail Mijailov
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