Hay diversos testimonios sobre la existencia y el desarrollo de la que es hoy la ciudad de Vidin, ya desde la época romana antigua. La fortaleza, con el nombre de Bononia, tenía una importancia estratégica para el Imperio romano y, posteriormente, llegó a ser servidora fiel al Bizancio en sus intentos por contener las incursiones de las tribus eslavas.
La ciudad, bautizada con el nombre bulgarizado de Bdin, pasó a integrar el Estado búlgaro desde el momento de la fundación de éste por el khan Asparuj en el año 681. Mientras se mantenía vivo este Estado, Bdin era centro de uno de los diez distritos administrativo-militares y, hacia finales del Segundo Imperio Búlgaro (que terminó quedando conquistado por los turcos otomanos), Bdin se transformó por corto tiempo en un reino autónomo.
Tras la liberación de Bulgaria del dominio otomano, en 1878, el río Danubio desempeñó un papel sustancial en el desarrollo, la modernización y la prosperidad de Vidin. Su ubicación geográfica como la ciudad más importante de Bulgaria, emplazada a orillas de la arteria fluvial, alentó a gran número de viajeros, músicos, arquitectos, constructores y mercaderes a radicarse en ella. Aquellos personajes, al familiarizarse y encariñarse con esta villa, dejaron en ella exquisitas huellas imborrables. La hermosura del río se tradujo también en la inspiración para la composición del himno nacional de Bulgaria, Patria querida, cuya letra y música fueron compuestas por Tsvetán Radoslavov, uno de los primeros filósofos y enciclopedistas de Bulgaria.
Vidin, al igual que otras muchas ciudades de Bulgaria, es una urbe multiétnica en la que han encontrado cobijo, conviviendo bien avenidos y serenos búlgaros, turcos, judíos y armenios. Una prueba de ello es la ubicación en la proximidad inmediata de un templo cristiano, una mezquita y una sinagoga.
La catedral del Megalomártir Demetrio de Tesalónica, construida en el siglo XVII, es la segunda más imponente en Bulgaria después de la catedral de San Alejandro Nevski de Sofía, y la villa fue centro de educadores y dignatarios eclesiásticos, cuyos nombres se encuentran incrustados con letras de oro en la historia de Bulgaria.
“Sofronio de Vratsa, Antimo I y el metropolitano Neóifito han legado a Vidin los resultados de su increíble labor benéfica. Se trata de edificios, prácticas arraigadas, fondos destinados a la educación de menores de edad en situación desaventajada… −expresa en una entrevista con Radio Bulgaria Mariana Mélnishka, estudiosa de la historia de Vidin−. Desgraciadamente, después del año 1944 todo aquello fue destruido y las ciudades en el noroeste de Bulgaria, incluida la de Vidin, fueron decayendo. En mi estudio he comprobado que, si se hubieran conservado el potencial espiritual y los recursos de las personas que vivieron desde mediados del siglo XIX hasta mediados del XX, esa porción de Bulgaria se habría visto fuertemente aventajada”.
Con fondos propios, los benefactores Yonitsa Nikolov, Vanko Dzhonov y Tomá Lozanov mandaron a construir la casa de baños de la villa, el refectorio para ciudadanos pobres, la destilería y la aserrería, entre otras muchas instalaciones. Cada uno de esos tres empresarios consideraba que, tras haberse ganado su dinero con la ayuda de otras personas, tenían el deber de devolvérselo a esa gente, donándoles inmuebles con los que pudieran después ganar dinero.
Uno de los arquitectos de contribución brillante a la imagen de Vidin de la pos-liberación (año 1878) fue Mayer Aladzhemov, uno de los primeros restauradores de la fortaleza medieval Las Torres de la Abuela Vida, erigida esta sobre una porción de la antigua fortaleza romana de Bononia. Dirigió, además, las obras de construcción de la santa metrópoli de Vidin, en base a un proyecto del arquitecto Kosta Nikolov; cuidaba del mantenimiento de la sinagoga y fue, en varias ocasiones, presidente del Consejo de la Comunidad Judía de Vidin.
“Mayer Aladzhemov había cursado estudios en Múnich, pero al quedarse huérfano tuvo que regresar para trabajar en Vidin −cuenta Mariana Mélnishka−. De él ha quedado, por ejemplo, una agradable casa ecléctica, parecida a una fortaleza, que ha incorporado elementos del estilo arquitectónico alpino germano y mediterráneo. Como no hay herederos que cuiden de la casa, ésta se está derruyendo. Mayer Aladzhemov llegó a ser arquitecto urbano de Vidin en la época en que era alcalde de la villa Burni Bonchev. Entre los dos fueron transformando la imagen de la ciudad, que abandonó su aspecto oriental para convertirse en una urbe europea”.
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