Recientemente, en el mercado del libro en Bulgaria se ha publicado el libro Las búlgaras: retratos de 100 mujeres insignes. El primer ensayo ofrece la semblanza de Tonka Obrétenova (1812–1893), revolucionaria búlgara y madre de revolucionarios, que ofrecía su asistencia organizativa y financiera al comité revolucionario de la ciudad de Ruse en los tiempos del dominio otomano en Bulgaria. Se van sucediendo tras ella las imágenes de las primeras maestras de escuela, educadoras y mujeres búlgaras con logros en ciencia y arte.
Todo comenzó con la obra Voivodas búlgaros hasta finales del siglo XIX, un estudio sobre el movimiento de la guerrilla contra el dominio otomano y sus representantes. La tarea de preparar el libro para la imprenta se encomendó a la editora literaria Galina Ivanova.
”Su destino me inspiró mucho y me alentó a seguir hurgando en las fuentes para encontrar más hechos −cuenta Galina Ivanova− . Me pregunté por qué tenemos conocimientos tan escasos sobre los héroes de Bulgaria, y menos aún de las mujeres entre ellos. Fue en el período de Renacimiento Nacional búlgaro (ss. XVIII a XIX) cuando una de las riquezas más valiosas de este país eran las mujeres próceres, ilustradoras, educadoras, participantes en relevantes acontecimientos históricos. Así se me ocurrió la idea de recoger en un libro las biografías de mujeres nacidas entre el siglo XIX y mediados del XX que contribuyeron al progreso general de Bulgaria y del pueblo búlgaro. Descubrí que las ideas, ampliamente difundidas y de mayor popularidad, incluso sobre las mujeres búlgaras más notorias, resultaban superficiales y sólo se conocían fragmentos de su historia autentica. Es un ejemplo típico en este sentido Rayna La Princesa, quien cosió el estandarte principal del Levantamiento de Abril de 1876 y, enarbolándolo, fue al frente del alzamiento hombro con hombro con Gueorgui Benkovski, uno de los líderesdel Levantamiento. De hecho, es una personalidad muy trágica en la historia búlgara. Son muy escasas las referencias a las torturas, las humillaciones y las vejaciones a las que fue sometida por los esclavizadores otomanos. Tras la intervención de diplomáticos extranjeros, liberada, se fue a estudiar a Rusia y llegó a ser la primera mujer búlgara con diploma en partería”.
Galina Ivanova aporta otro hecho escasamente conocido: Rayna La Princesa escribió un libro autobiográfico en ruso, que posteriormente fue traducido y publicado en Bulgaria. La obra es un relato verídico de los hechos en los participara esta extraordinaria mujer.
El libro Las búlgaras… recoge otras decenas de semblanzas de mujeres que siguen siendo desconocidas. Algunas de estas mujeres son Stilyana Paraskévova, quien cosió el prototipo de la tricolor enseña nacional de Bulgaria, como también Zheni Bozhílova–Péteva, la primera búlgara defensora de la paz que trabajó no sólo en aras de la paz en los Balcanes, sino también en el mundo.
“Se desconoce asimismo la enorme labor caritativa desarrollada por Konstantsa Lápcheva, que dedicó su vida a los huérfanos y niños de familias pobres, bregó por un mejor trato a las mujeres en el hogar y en el país en general –prosigue Galina Ivanova– . A todos nos agrada celebrar el 1 de junio, Día de la Infancia, pero cuánta gente sabe que fue la esposa del político Andrey Lapchev la que instituyó esta festividad. A esto hay que sumar los orfanatos y los cuantiosos donativos que Konstantsa Lápcheva hacía para la crianza y educación de los niños búlgaros”.
Antes de licenciarse en Filología, Galina Ivanova se graduó por la Escuela Nacional de Música de Sofía. Conoce la vida y obra de mujeres intérpretes, compositoras y docentes, pero también en este terreno se topó con personalidades significativas sumidas en el olvido. En el libro Las búlgaras: retratos de 100 mujeres insignes, evoca la historia de Neda Ftícheva, la primera violinista con giras por el país. Abre asimismo páginas ignoradas de las biografías de la destacada violinista búlgara Nedyalka Simeónova y de la coreógrafa María Dímova, pionera en la escenificación del ballet Nestinarka (bailarina sobre brasas), del ilustre compositor nacional Marín Goleminov, además incorporando elementos de las danzas tradicionales búlgaras. Mucho antes de ver la luz la gimnasia aeróbica, fue María Dímova quien ya enseñaba a las mujeres de la capital búlgara ejercicios que combinaban gimnasia y música.
¿Y qué decir de Nadya Kovácheva, la primera búlgara que actuó en el Teatro de La Scala de Milán? Su historia parece el guion de una película de aventuras en el que están involucrados un famoso policía búlgaro y nada menos que el célebre mafioso Lucky Luciano. No menos “de película” son las biografías de varias otras divas del bel canto búlgaras: Christina Mórfova, Katya Popova, Elena Nikolay, Guena Dimitrova, como también de Adriana Budevska, una de las primeras grandes actrices nacionales, y de Zheni Mars, la musa del patriarca de la literatura búlgara, Iván Vazov.
Recopiladas en orden cronológico, las semblanzas de este centenar de mujeres dedicadas a diferentes causas ofrecen un punto de vista curioso hacia la historia de Bulgaria, la evolución de las relaciones y actitudes públicas y el papel en ocasiones invisible pero siempre invariable que correspondiera a las mujeres búlgaras en todos estos procesos.
Versión en español por Mijail Mijáilov
Fotos: Facebook / @milleniumpublishing, bnt.bg, archivo
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