Ya estamos en verano, la época que determina en gran medida cómo será el pan que el pueblo coma durante el año. Refiriéndose precisamente al período de la cosecha del trigo, el pueblo búlgaro suele decir que lo que se coseche en una jornada dará de comer todo el año.
El período en que se levanta la cosecha no coincide en las distintas regiones agrícolas, pero todos los ocupados en el sector coinciden en que los próximos diez a quince días son decisivos para la cosecha de cereales en el país. En las regiones de temperaturas más frescas el trigo no ha madurado aún para ser recogido, y las lluvias caídas en junio son beneficiosas para los sembradíos. Las cosechadoras están listas y sólo se aguarda a que las lluvias cesen para que se adentren en los campos en cercanos a los municipios de Kámeno y Karnobat, en la región de Burgás. La cosecha del año en curso es mejor que la de 2020, dicen los agricultores de la comarca y recuerdan cómo todo el sector había tenido que sufrir pérdidas el pasado año de sequía, cuando los rendimientos de trigo fueron tres veces más bajos de lo habitual.
Ahora los agricultores encaran con mucha esperanza la nueva cosecha. Dicen que deberán sucederse dos años de buenos rendimientos para que se compensen sus pérdidas de la cosecha 2020. Sin embargo, debido a las copiosas lluvias del último par de semanas, los productores de cereales de la región de Burgás se sienten alarmados. En esa región la cosecha del trigo y la cebada suele hacerse a finales de junio, pero ahora se retrasará en una media de diez a doce días para cada uno de estos cultivos. El retraso está provocado por las temperaturas más frescas frente a las habituales para la temporada y las abundantes lluvias caídas.
”La cebada ya está madura, sólo necesitamos dos o tres días sin lluvias para que las cosechadoras puedan entrar en los campos para segarlos –dice Ilía Pródanov, presidente de la Unión de Productores de Cereales Markeli, en la ciudad de Karnobat– . Estas lluvias son un problema de peso que se agravará si continúe lloviendo. En el período de maduración de los granos, su calidad va bajando con cada lluvia que cae. Comienzan a crecer hierbas, la siega se vuelve más difícil, vamos a sufrir pérdidas. El período es crítico para cualquier productor de cereales. Debe dejar de llover, sobre todo en nuestra región, porque en el interior del país las temperaturas son más bajas y los cultivos van madurando más lentamente”.
Todavía es prematuro augurar cómo serán los rendimientos. Además, no hay claridad cómo se desarrollará la situación con los precios de acopio, comentan desde el sector cerealero. Las expectativas apuntan a unos 3.000 a 3.500 kilogramos por hectárea para el trigo y a unos 4.000 kilos por hectárea para la cebada. Según Ilía Pródanov, la decepción entre los agricultores por la cosecha de colza del año pasado ha motivado la reducción de las áreas de este cultivo, y así el rendimiento estimado sería de un poco más de 2.000 kilogramos por hectárea.
“La tragedia del año pasado, cuando hubo municipios enteros con rendimientos de 500 a 1.000 kilogramos por hectárea, no se repetirá –comenta–. Esperamos que los precios puedan compensar los daños causados por la sequía. En 2020, el trigo tenía un precio que iba de 150 a 160 euros por tonelada, y ahora algunos agricultores tienen previamente pactados precios de 200 € por tonelada. Ahora lo más importante es que podamos recuperar lo que hay en el campo, porque estos son los días más críticos para todos nosotros”, concluye diciendo el presidente de la Unión de Productores de Cereales Markeli en Karnobat.
Adaptado por Guergana Máncheva en base a reportaje de Stefka Bakardzhíeva, de la emisora regional de Radio Nacional de Bulgaria en Burgás
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: BGNES
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