En 1900, un joven de 24 años, descendiente de la familia de un curandero de la ciudad de Sopot, en el centro de Bulgaria, emprendía un viaje a Estambul, en Turquía, para conocer allá los arcanos de las plantas medicinales. Dos décadas después, su nombre, Iván Ráev, se volvería famoso en Italia gracias a su creación, la “cura bulgara” o la terapia que elimina los síntomas del parkinsonismo postencefalítico.
Su tratamiento se basa en la belladona (Atropa belladonna), una planta altamente tóxica, que en el pasado se usaba como veneno, pero también como cura.
Iván Ráev había estrenado su pócima de belladona para curar a una mujer de una aldea de la región de Chirpán, en el centro de Bulgaria. Al verla yaciendo con la cara petrificada, se dijo a sí mismo: ”Debe de ser la enfermedad del letargo”, y sacó de su bolsita un puñado de raíces. A la mañana siguiente, las convulsiones cesaron y la enferma hasta pidió algo de comer.
Los logros del curandero, divulgados también por la prensa, pronto llegaron a la corte de Italia. La reina Elena de Saboya en persona, también afectada por la enfermedad, envió un telegrama a la Embajada italiana en Sofía urgiendo a sus funcionarios a buscar y localizar al herborista.
Puede conocer más detalles sobre la increíble historia de Iván Ráev en el artículo “Cura búlgara salva Europa de una epidemia letal”, de la colección de Radio Bulgaria.
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