Días contados separan Bulgaria de las elecciones para una nueva Legislatura parlamentaria, las cuales, a juicio de muchos, son el factor clave para el camino que tomará el país en los próximos cuatro años. Lo peculiar ahora es que a la ecuación con muchas incógnitas se están sumando complejos asuntos relacionados con la salud y el curso global de la pandemia. Así, con el pulso acelerado a causa de la pandemia y la consiguiente crisis económica, los políticos búlgaros abordaron la nueva campaña electoral. Ésta no se caracteriza por enfrentamientos electorales espectaculares, pero de ninguna manera está exenta de insultos y ataques a los oponentes políticos.
Los medios de comunicación una vez más difunden, voluntaria o involuntariamente, el discurso de odio, que ha estado presente en todas las campañas políticas de la última treintena de años. La diferencia es que el discurso de odio está orientado con igual intensidad a los políticos y las instituciones sanitarias. Cada tesis sobre problemas sanitarios es acogida por una parte de la ciudadanía como un ataque directo contra sus derechos personales y una restricción de sus libertades. Las redes sociales y los medios de dudosa reputación en Internet atraen a la audiencia con noticias estrambóticas, en la mayoría de los casos engañosas, y con teorías conspirativas, aderezadas con una gran dosis de discurso de odio. El problema radica en que la persona confundida, que en estos momentos pasa mucho más tiempo en casa frente al ordenador, se vuelve víctima del discurso negativo, de las noticias falsas y los hechos falaces.
Recientemente, la Comisión de Protección contra la Discriminación ha manifestado que supervisa rigurosamente el uso del discurso de odio e interviene en tales casos.
“En la actualidad, la sociedad se encuentra en la vorágine del antagonismo y este odio es sumamente peligroso ya que socava la buena reputación de las personas e instituciones, contrapone a la gente que se ha decantado por una u otra política sanitaria −dice Yuliana Metódieva, periodista e investigadora del lenguaje en los medios− . Si nos fijamos ahora, veremos una afluencia de nuevos objetos de este discurso de odio en Bulgaria. Últimamente se han vuelto objeto de ataques quienes no están de acuerdo con la política de Bulgaria con respecto a la República de Macedonia del Norte. En este caso “el mérito” de nuevo pertenece a los medios de comunicación, pero también a los partidos nacionalistas, que son muy activos en el terreno patriótico y en estos momentos tienen una actitud muy negativa hacia el país vecino, desde donde nos responden con lo mismo.
Un partido nacionalista muy conocido en el país se dedica a esparcir el discurso de odio desde el año 2005. Son un objeto constante del discurso hostil la población turca y la confesión musulmana. Sus víctimas son tanto nuestros compatriotas de la etnia turca como los turcos búlgaros que fueron exiliados de Bulgaria en los años 80. Cuando vienen a Bulgaria para votar, se convierten en objeto de ultrajes con palabras ofensivas por razones políticas. Así, a las características del perfil de los búlgaros que se sirven del discurso de odio, aparte de la xenofobia y la hostilidad hacia lo que le es ajeno, ya sea religión u orientación sexual, ahora se suma el discurso nacionalista, que cobra vigor y se propaga a los medios de comunicación”.
Versión en español de Hristina Táseva
Fotos: archivo
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